Como en todo, hay niveles. Entre los pobres también. Los hay ubicados en pobreza, en pobreza extrema y en pobreza moderada. En general tienden a crecer, no a disminuir. Pero en 2020, mientras en México creció la cantidad de personas pobres en comparación con 2018, en Nayarit sucedió lo contrario, y en una proporción nunca alcanzada entre los que padecen pobreza extrema, que lo ubican con el principal logro a nivel nacional. Si de olimpiadas se tratara, una medalla de oro sería nuestra. Pese a la pandemia.
Dejar de comer una o tres veces al día puede ser una excentricidad dietética. Pero si una persona destina por completo su bajo ingreso a la adquisición de alimentos y no alcanza a completar los nutrientes necesarios es que están en pobreza extrema.
El año pasado, en Nayarit se registraron 47 mil personas que tienen tres o más carencias sociales (educativa, servicios de salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos en la vivienda y alimentación), 21 mil 100 menos que en 2018. Esto significa una disminución de 31 por ciento de pobreza extrema. La comparación es inevitable: las personas en esa condición aumentaron en el país 24 por cada 100.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política Pública (CONEVAL) reportó ayer que sólo seis estados pudieron ir a la baja: Nayarit, Veracruz, Guerrero, Colima, Oaxaca y Chiapas, de mayor a menor, del 31 al 0.6 por ciento.
Nuestros vecinos, más ricos, vieron aumentar el número de sus habitantes con mayores carencias sociales: Jalisco, 33 por ciento; Sinaloa, 12 por ciento. Tlaxcala, Nuevo León y Quintana Roo prácticamente triplicaron la población en esa condición. Ascendieron al doble y menos del triple, en Baja California y Ciudad de México.
El CONEVAL basa sus estimaciones en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Ni los datos optimistas ni los poco halagadores son para echar las campanas a vuelo o buscar culpables. La frase que define la tarea de CONEVAL expresa la verdadera razón de los datos: “Lo que se mide se puede mejorar”.
Lo peor de los datos es que, buenos o malos, no sean tomados en cuenta para mantenerlos o cambiarlos.
