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DESLAVES

Los deslaves son un tipo de corrimiento de tierra, en los cuales una capa del suelo se separa desde el lecho de roca. En este caso, la tierra de un cerro o gran montículo se desmorona como consecuencia, principalmente, de la lluvia. 

Cuando una masa de tierra, rocas o escombros se mueve por una pendiente hacia abajo, lleva consigo otros residuos saturados de agua que tienden a fluir hacia canales. Son comunes en las líneas costeras, en las costas y mar adentro, detonados por la fuerza de gravedad. 

Son altamente peligrosos y pueden convertirse en verdaderos desastres naturales cuando sepultan poblaciones bajo toneladas de tierra. 

Los deslizamientos pueden producirse a un ritmo lento, de unos cuantos milímetros por año, o producirse de forma muy rápida, a velocidades de hasta 30 kilometros por hora. Son altamente peligrosos y pueden convertirse en verdaderos desastres naturales cuando sepultan poblaciones bajo toneladas de tierra. Son muy comunes y en algunas regiones causan más problemas que las tormentas o los terremotos. Por ejemplo, en Estados Unidos ocasionan pérdidas de alrededor de 3.5 mil millones de dólares en daños y perjuicios y aproximadamente 25-50 muertos por año. 

Desafortunadamente, no hay manera de evitar los deslaves puesto que obedecen a fuerzas físicas de la naturaleza, pero sí se pueden prevenir los daños si se aplican prácticas correctas de ingeniería, de investigación geológica y de protección civil. 

Las capas del suelo están unidas por variadas fuerzas, y una de ellas es la fricción, una fuerza de resistencia al deslizamiento entre dos superficies. Es justamente lo que ocurre con la tierra, pero si algún elemento se introduce entre las superficies inclinadas se produce un deslizamiento. 

Un deslave puede iniciarse en la ladera o en una pendiente pronunciada si la tierra de ésta se satura rápidamente con agua. Las principales causas son las siguientes: 

Lluvias excesivas o intensas. En zonas altamente susceptibles a los deslaves, pueden ocurrir después de una racha corta de lluvia. 

Agua de deshielo que debilita el suelo. 

Erosión causada por corrientes de agua. 

Modificaciones en las aguas subterráneas. 

Cambios en el nivel del agua. 

La velocidad del flujo depende de la cantidad de agua, el volumen de la tierra, el ángulo de inclinación y el tipo de tierra. 

Algunas zonas son más vulnerables que otras. Por lo general, aquellas cuyo suelo ha sido modificado por las acciones humanas o por los incendios forestales u otros desastres naturales, tienen más probabilidades de sufrir deslizamientos de tierra, así como aquellas pendientes modificadas para la construcción de edificios y las zonas escarpadas situadas en la parte inferior de las montañas o cañones. 

En resumidas cuentas, se puede decir que las causas de los deslaves son geológicas, morfológicas y antropogénicas (derivadas de las actividades humanas). 

Los deslaves suelen ser muy aparatosos, en el sentido estricto de la palabra. Cuesta abajo, la tierra recoge árboles, autos y construcciones, ocasionando severos daños económicos. Los puentes quedan bloqueados, se fragmentan las líneas eléctricas y las poblaciones quedan incomunicadas. 

En el mejor de los casos, los daños económicos son mayores que las vidas que un deslave puede cobrar. Las personas que sobreviven a un desastre de gran magnitud se ven vulnerables ante los riesgos a la salud que entrañan el lodo y los residuos.

Los eventos originados por tormentas con precipitaciones de carácter extraordinario son recurrentes a lo largo de la historia, los cuales generan crecidas o deslaves que pueden traer como consecuencia los desbordes sobre los desarrollos urbanos, con resultados trágicos para la población afectada. 

Los riegos que se originan por la ocurrencia de los aludes torrenciales no pueden ser eliminados y no se pueden eliminar. Lo que sí se puede hacer es estar mejor preparados para evitar, en la medida de lo posible, que un nuevo alud torrencial origine afectaciones en las áreas urbanas ubicadas en los piedemonte de las serranía y a su habitantes. 

Si bien es cierto que el cambio climático está afectando algunas zonas geográficas alrededor del mundo, también es cierto que eventos como los deslaves descritos anteriormente vienen ocurriendo desde el siglo XVIII, cuando ni se pensaba en el cambio climático. Lo que si es cierto es que los organismos competentes en nuestro países Latinoamericanos y en especial en los países tropicales alrededores del mundo,  deben ser más enérgicos en el ordenamiento territorial, pues en casi todos los países antes indicados, existen planes, proyectos, ordenanzas y un sinfín de normativas, pero estas no tienen ningún valor si no se aplican y se hacen cumplir. 

Desde el punto de vista conceptual, la Gestión del Riesgo de Desastres es un proceso social cuyo fin último es la prevención, la reducción y el control permanente de los factores de riesgo de desastre en la sociedad, así como la adecuada preparación y respuesta ante situaciones de desastre, considerando las políticas nacionales con especial énfasis en aquellas relativas a materia económica, ambiental, de seguridad, defensa nacional y territorial de manera sostenible. 

Desde el punto de vista técnico de la Gestión para la Mitigación del Riesgo, debe estar acompañada de obras de saneamiento, vialidad, vivienda y una infinidad de acciones cuyo objetivo sea la protección de los habitantes, sus bienes y así poder ofrecer un normal desenvolvimiento de las actividades urbanas, agrícolas o pecuarias y poder ofrecer un desarrollo sostenible desde un punto de vista integral. 

Sin embargo, la falta de educación, información, la falta de controles urbanos o de ocupación de áreas vulnerables ante eventuales desbordes de cauces naturales, son el común denominador en nuestros países. 

Es importante indicar que si las decisiones políticas continúan prevaleciendo sobre las decisiones técnicas no habrá posibilidad desarrollo. A veces las decisiones técnicas podrían resultar no ser las más convenientes desde el punto de vista político, pero ser las correctas, en tal sentido, se debe “tecnificar la política”. 

A lo largo de la historia, el hombre ha logrado interpretar una pequeña parte de los hechos, elementos o fenómenos que han transformado su relieve. 

Es importante destacar que estos fenómenos, que ocurren generalmente en las áreas adyacentes a los piedemontes de las serranías, deben ser del conocimiento público. La población en general debe conocer los riesgos que corre cuando decide habitar determinado lugar. No obstante, los organismos públicos deben restringir las áreas de riesgo mediante la implementación  de Planes de Desarrollo Urbano que limiten o circunscriban las áreas a desarrollar y que definan las áreas delimitadas como planicies inundables con riesgo potencial, en este caso con riesgo de eventuales inundaciones o desbordes de los cauces naturales. 

La capacidad de la población para interpretar los hechos pasados ocurridos en la naturaleza, es determinante para establecer áreas seguras para la implantación de desarrollos urbanos. 

Todo ello se logra con algo muy sencillo de explicar, pero muy difil de llevar a cabo, voluntad de los gobiernos para establecer y hacer respetar los planes de urbanizacion con estricto sentido técnico, ordenar el crecimiento urbano, delimitar áreas de riesgo, explotar racionalmente el entorno natural, y que como población atendamos las recomendaciones y restricciones de protección civil y evitemos vivir bajo riesgo de los embates de la naturaleza y los originados por la indiscriminada negligencia humana. 

opinion.salcosga@hotmail.com 

@salvadorcosio1 

 

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