Este 6 de enero se cumple un año de los disturbios y el asalto al Capitolio que ha sido descrito como insurrección, sedición, y terrorismo interno. Numerosas fuentes lo han calificado de intento de autogolpe de Estado. Lo cierto es que fue el primer asalto al Capitolio desde la quema de Washington en 1814 por los británicos durante la guerra de 1812. Varios
servicios de inteligencia de la OTAN informaron a sus gobiernos de que los incidentes formaban parte de un intento de golpe de Estado perpetrado por el presidente Trump con posible apoyo de miembros de los organismos de seguridad federales.
Aquel día los estadounidenses vieron el ataque del 6 de enero al Capitolio en vivo por televisión. Muchos policías dieron testimonio sobre la violencia y el caos. Los procesos penales en las cortes han detallado lo sucedido, pero persisten las teorías de la conspiración y los intentos por reescribir la historia, enturbiando la comprensión pública de lo que en realidad sucedió durante el ataque más sostenido a la base de la democracia estadounidense desde la guerra de 1812.
Las falsedades sobre la revuelta —al excusar al expresidente Donald Trump de responsabilidad, minimizar la violencia de la turba y caracterizar a los atacantes como mártires— buscan desviar la culpa por el alzamiento del 6 de enero y sostener las afirmaciones infundadas de Trump sobre el presunto fraude de la elección de 2020.
Diseminadas por políticos, comentaristas de televisión por cable y amplificadas en redes sociales, las falsedades son un crudo recordatorio de cómo muchos estadounidenses no confían en sus propias instituciones, o ni siquiera sus propios ojos.
A continuación, un examen de algunas de las principales falsedades sobre el asalto al Capitolio y las personas que las han diseminado:
AFIRMACIÓN: LOS ASALTANTES
NO ERAN PARTIDARIOS DE TRUMP
Lo cierto es que muchos de quienes irrumpieron en el Capitolio el 6 de enero han dicho —orgullosa, pública y reiteradamente— que lo hicieron para ayudar a Trump.
Diferentes versiones dicen que fueron agentes encubiertos del FBI o miembros del movimiento antifascista antifa.
“Hoy, el Capitolio fue sitiado por personas que solamente pueden ser descritas como contrarias al movimiento MAGA”, dijo la presentadora Laura Ingraham en su programa en Fox News la noche del 6 de enero, en alusión a las siglas abreviadas de Let’s Make America Great Again, un eslogan de la campaña de Donald Trump que significa “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”.
“Muy probablemente no todos eran partidarios de Trump y hay algunos reportes de que simpatizantes de antifa pudieran haber estado en la muchedumbre”, agregó, sin proveer fundamentos.
Un colega de Ingraham en Fox News, Tucker Carlson, ha promovido la idea de que el disturbio fue orquestado por el FBI. Menciona como evidencia las imputaciones de algunos acusados del 6 de enero que mencionan a coconspiradores no imputados, un término legal común que se refiere a quienes no han sido acusados formalmente y no a la supuesta evidencia de agentes encubiertos o informantes.
Pero Carlson afirmó en su programa que “potencialmente en cada caso, fueron agentes del FBI”.
Congresistas, incluso el representante republicano Matt Gaetz, han contribuido a diseminar las falsedades.
“Algunas de las personas que ingresaron en el Capitolio hoy no eran partidarios de Trump. Estaban haciéndose pasar por partidarios de Trump y, en realidad, eran miembros del grupo terrorista violento antifa”, aseguró Gaetz.
Pero lo cierto es que los revoltosos son quienes dijeron que eran.
En testimonio ante el Congreso, se le preguntó al director del FBI Christopher Wray si había razones para creer que la revuelta había sido organizada por “falsos partidarios de Trump”.
“No hemos visto evidencia de eso”, dijo Wray, que fue nombrado para el puesto por el propio Trump.
AFIRMACIÓN: LOS
REVOLTOSOS NO
ERAN VIOLENTOS
Decenas de policías fueron heridos de gravedad. Un policía del Capitolio que fue atacado con rociador para osos sufrió una apoplejía y murió un día después por causas naturales.
El policía Michael Fanone, que acudió al lugar, dijo que fue “arrastrado, golpeado, atacado con una pistola de electrochoques, mientras me llamaban traidor a mi país”. La agresión paró solamente cuando él dijo que tenía hijos. Más adelante se enteró de que había sufrido un ataque cardiaco.
Los asaltantes irrumpieron en la sala del Senado minutos después de que los senadores habían escapado bajo protección armada.
Buscaron entre los curules para encontrar a legisladores, gritando: “¿Dónde están?”. Algunos llevaban bridas plásticas para usarlas como esposas. En la oficina de la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi, varios empleados se ocultaron bajo los escritorios mientras los revoltosos gritaban el nombre de la demócrata, pero algunos políticos republicanos no han descrito la revuelta así.
“Mayormente, fue una protesta pacífica, a excepción de algunas personas, básicamente agitadores, que atizaron a la multitud e irrumpieron en el Capitolio”, dijo el senador republicano Ron Johnson en el programa de Ingraham el 19 de mayo.
El representante Andrew Clyde, después de ver video de la revuelta durante una audiencia en el Congreso, dijo que parecía “una visita turística normal”. Otro video de ese día mostró al propio Clyde ayudando a mover muebles contra las puertas de la cámara baja para impedir el ingreso de los asaltantes.
Trump dijo que la revuelta fue “una muestra de espíritu y fe y amor”.
AFIRMACIÓN: TRUMP NO
ALENTÓ A REVOLTOSOS
Trump quiere ahora minimizar su involucramiento, pero el expresidente pasó meses repitiendo teorías de conspiración y quejándose, llamando a sus seguidores a pelear para regresarlo al poder.
“Una protesta grande en D.C. el 6 de enero”, tuiteó Trump el 19 de diciembre de, 2020. “¡Vayan ahí, será algo salvaje!”.
Inmediatamente antes de que la turba asaltara el Capitolio, Trump habló ante una muchedumbre durante más de una hora, diciéndoles a sus partidarios que les habían robado la elección, después de que fue “manipulada” por un “proyecto criminal” que incluía a congresistas.
En cierto punto, Trump llamó a sus partidarios a “hacerse escuchar pacífica y patrióticamente”. El resto de su discurso estuvo cargado de retórica hostil. “Nosotros peleamos, peleamos como demonios”, dijo a aquellos que más adelante irrumpirían en el Capitolio. “Y si ustedes no pelean como demonios, no van a tener un país nunca más”.
Trump dice ahora que no tuvo nada que ver con el disturbio.
“No estuve involucrado en eso y si ven mis palabras y lo que dije en el discurso, fue extremamente calmante, de hecho”, dijo Trump en Fox News en diciembre.
Casi dos terceras partes de los estadounidenses creen que Trump tiene alguna responsabilidad por el ataque al Capitolio, de acuerdo con un sondeo el año pasado por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research.
AFIRMACIÓN: UN POLICÍA
QUE TRABAJABA PARA
LOS DEMÓCRATAS
MATÓ A ASHLI BABBITT
Nada más lejos de la verdad. Ashli Babbitt murió tras ser baleada en un hombro por un teniente de la policía del Capitolio cuando ella y otros trataban de entrar a la fuerza en el vestíbulo de la presidente de la Cámara de Representantes.
Babbitt, de 35 años y veterana de la Fuerza Aérea, no estaba armada. Una investigación exoneró al policía que la baleó.
La policía del Capitolio protege a todos los congresistas, además de a los empleados, el público y los edificios y áreas del Capitolio. El agente en cuestión no estaba asignado a nadie en particular.
Trump afirmó falsamente que el agente era jefe de seguridad de “cierto funcionario de alto nivel, un demócrata” y que estaba siendo protegido de recibir un castigo. Además, Trump describió engañosamente el lugar donde Babbitt fue baleada.
Lo cierto es que existe una investigación en curso y muy probablemente en el verano próximo habremos de conocer la verdad de lo ocurrido aquel 6 de enero, y seguramente habrá castigos ejemplares para los responsables.
*Con información de El Nuevo Herald
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