mañanera claudia sheinbaum

Migraciones y aporofobia: vulnerabilidad al desnudo

Reflexiones:

Hoy quiero comentarles de un tema complejo -incluso incómodo- que ha estado de boga en las últimas semanas: las migraciones a escala y sus consecuencias. Los desplazamientos de grupos humanos han sido parte de la configuración de nuestras historias y comunidades; es imposible no reconocer que esos flujos migratorios son constantes y siempre ocurrirán, es parte de la propia naturaleza humana; para muchas personas es un fenómeno incluso de supervivencia. Además, se debe entender que los flujos migratorios hacia Norteamérica, Europa, principalmente, no son temas nuevos.

La migración es el proceso en el que los individuos se desplazan de un lugar a otro, que generalmente responde a una suerte de buscar mejores condiciones de vida o satisfacer algunas necesidades específicas. Generalmente -casi por regla- son los más vulnerables quienes se desplazan (y también a quienes se les excluye)

La filósofa española Adela Cortina reflexiona este asunto de forma magistral. Además de desarrollar el concepto de “Aporofobia” (Rechazo al pobre), señala que “en un mundo construido sobre el contrato político, económico y social, los pobres parecen quebrar el juego de dar y recibir, y por eso prospera la tendencia a excluirlos”. Y es que como Ud. sabe, los flujos migratorios a escala que se han reportado en años recientes corresponden a los grupos más vulnerables de las sociedades a los que pertenecen.

Las diásporas humanas han venido a reconfigurar una vez más las formas en que socializamos y hacemos vida. Los grandes procesos de globalización y de flujo de mercancías no necesariamente han arrojado enseñanzas en cómo tratar a los desplazados. Aquí un problema muy grave: se pueden transitar libremente mercancías, pero no personas. Además, tal como se señala en otras reflexiones, debemos todos entender que el fenómeno de estos nuevos desplazamientos, tienen características “novedosas”, dado que implican métodos distintos de éxodos: son organizados, masivos, planificados y sumamente mediatizados.

Ud. debe recordar hace meses a las caravanas migrantes provenientes de Centroamérica, que entre otras cuestiones pusieron en duda -mayormente- la moral y ética societal, al prácticamente blindar nuestras comunidades y excluirlos tal como ocurre con nuestros paisanos en otros países. A la fecha, se ha vuelto una imagen común ver personas de otros países diariamente en nuestros espacios cotidianos; sin embargo, no hemos aprendido como recibir y tratar al migrante pobre. En Tepic, como ejemplo, diario se pueden encontrar personas que provienen de otros países, principalmente Centroamérica y el caribe; si bien son personas en tránsito (regularmente apunta su viaje hacia los Estados Unidos), se han vuelto parte de los rostros que adquiere la vulnerabilidad global en una escala local.

¿Sabía Ud. que actualmente casi 300 millones de personas viven en un país distinto al que nacieron, producto de un desplazamiento? Aunque curiosamente, distinto a lo que se piensa generalmente, las mayores migraciones ocurren de manera interna: se estima que casi 750 millones de migrantes no cruzaron fronteras de sus países. O sea, mucha gente se desplaza de sus ciudades de origen y éstas representan el mayor flujo en comparación a los que cruzan a otro país.

Si bien el fenómeno del rechazo (o de la aceptación) de otras personas tiene explicaciones más complejas (como las explicadas por las neurociencias o la sociología), un tema fundamental que se debe mantener en esta reflexión apunta hacia el interés y la reciprocidad; de ahí las clásicas -y tristes- reflexiones comunes y ordinarias: ¿Qué puede aportar un grupo poblacional en condiciones de extrema vulnerabilidad y pobreza en nuestras sociedades? Muchos siguen sin entender que se trata de construir sociedad y humanidad, inclusiva y con reconocimiento de derechos, aún en estos tiempos tan complejos.

Prospectiva:

Las controversiales medidas que han emprendido algunos países, como Estados Unidos e Inglaterra, principalmente, apuntan y guían parte de sus rígidas agendas migratorias en que los países receptores (o que sirven de tránsito) habrán de adoptar en los siguientes años: las medidas no son nada populares ni beneficiosas para estos grupos, dado que aún se mantendrían las fuertes restricciones para la libre movilidad y su reconocimiento de asentamiento.

Que valioso será que los gobiernos y organizaciones entiendan y piensen en el diseño de estrategias desde un enfoque humanista y que se reconozca que el tema de migración no sólo pasa por un tema de reconocimientos de derechos humanos de los migrantes internacionales (que además, gravemente presenta nuevos rostros y modalidades, como es observar a niños y niñas migrantes internacionales no acompañados, o sea, niños atravesando países por sí mismos) sino que éstas nuevas agendas se enfoquen también en aquellos fenómenos de migración no internacional que representa al mayor de los flujos en las sociedades mundiales. Tremendo reto por atender.

daniel.camarena@uan.edu.mx

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