Difícil entender a quienes pese a todas las evidencias se niegan a aplicarse la vacuna contra Covid-19. Hagamos lo que hagamos, ellos apelarán a cualquier argumento para decir que el virus no existe, que la vacuna los matará o cualquier otra lindura.
Respetémoslos, si quieren seguir arriba de su macho, dijeran en La Labor. Por garantía de sus derechos humanos no se les puede obligar.
Ellos deben entender, a cambio, que sobre sus derechos humanos están los derechos comunitarios. Y por ahora, digan lo que digan, valen más éstos que aquellos.
El polémico Luis Alonso Tahuahua, secretario de Movilidad, exigirá cubreboca y comprobante de vacunación, a operadores de unidades de transporte público. !Bravo por ello! A este anuncio deben suceder decisiones en la misma línea, para que se exija, desde los centros de trabajo y de esparcimiento hasta los templos, la “cartilla” de vacunación.
Vivir en comunidad, cuesta, y mucho. Al que no le guste, que se vaya al monte, para parodiar a Paco Ignacio Taibo.

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Casi todos los pueblos y ciudades tienen su día. Coinciden con la celebración patronal o fundaciones de ciudad o ejidos; a casi ninguno le falta. ¿Quién dijo yo para señalar el día de Tepic? Pues ni le hagas la lucha, ternurita de la Creación, nooo hayyy. ¿Qué día regresan los hijos ausentes, qué día se jalan las bandas, qué día se gana la calle para el baile y la bebida?
Ayer 25 de julio, Tepic cumplió 489 años de su oficial fundación hispánica. Un seminario sobre el Centro Histórico fue organizado por el Consejo Consultivo Ciudadano del IMPLAN durante cinco jornadas que concluyeron anoche. Pero éste no es el día de la ciudad.
¿Cuál debe ser? No ha podido ser el día del Festival Amado Nervo, que en sus dos décadas ha cambiado de fecha como cambiar de pantaletas. La Feria Nacional de Nayarit, con todo el mitote que acarrea, no alcanza a ser la fiesta de la ciudad.
¿Cuál debe ser entonces? No lo sé.
Si la identidad de Tepic reclama su día, hay que dárselo. No seamos tacaños.

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Reconoce inseguridad en la juventud por su color de piel la bailarina mexicana Elisa Carrillo, primera bailarina del StaatsBallett de Berlín, en entrevista con el diario Reforma tras terminar su postración por Covid-19.
La hija de padre nayarita acepta que sus rasgos indígenas la identifican y la hacen singular en el ámbito internacional, y que a su llegada a Alemania los coreógrafos la escogían para montar obras, precisamente por ser diferente.
Domina ahora lo que ella creía reservado para blancas.
El valor de ser diferentes frente al valor de la uniformidad.