La vida del Zanjón de la Esperanza ha tenido una serie de altibajos que hoy lo postulan como uno de los lugares más bellos de la capital nayarita, un espacio de tradición para las fotografías de graudaciones o hasta enamorados, pero que en sus inicios cuenta una trágica historia de sangre y muerte.
Este espacio público mide alrededor de dos kilómetros y tiene su origen en el mítico Cerro de San Juan, ya que fueron excavaciones ocasionadas por las tormentas de milenios atrás.
Pero antes de alcanzar ese grado de belleza y popularidad entre los tepicenses, era como conocido como el lugar donde fueron localizados los cuerpos de dos agraristas que en 1923 eran populares opositores del Gobierno, Antonio R. Laureles y Prisciliano Góngora.
Quienes de acuerdo a los registros de esa época, habrían sido asesinados en la casa Fenelón, para posteriormente ser trasladados sus cadáveres y arrojados a lo que hoy en día conocemos como el Zanjón de la Esperanza.
Los responsables de este hecho fueron identificados como los hermanos Ismael y Luis Romero Gallardo, pero en las voces ciudadanas se rumoraba que el verdadero culpable del multihomicidio era el Gobernador Pascual Villanueva.
El Zanjón permanecería años bajo la sombra de este violento hecho, hasta que en 1947, el octavo Gobernador de Nayarit, Gilberto Flores Muñoz inició una campaña de embellecimiento de distintos lugares públicos de la capital nayarita.
Esta zona habría sido seleccionada para esta campaña de embellecimiento, por lo cual se tapó su acceso por la entrada de la avenida Allende, y se construyó una especie de cueva abajo del zanjón, la cual funcionario como un túnel de salida de agua que está directamente conectado a los tubos de drenaje de aguas fluviales que tienen más de cuatro metros de diámetro que pasan por debajo de la ciudad hasta desembocar en el Río Mololoa.
Sin embargo con los años, volvió a ser un espacio abandonado que poco causaba interés a los Gobiernos, hasta 1997, momento en que José Félix Torres Haro como Presidente Municipal de Tepic, decidió adoptar el zanjón y hacerle justicia, esto como parte de una serie de obras que realizaba buscando impulsar su proyecto a la Gubernatura.
Las grandes palmeras con las que cuenta hoy llegaron por donación del cardiólogo Vargas, quien entregó estas plantas cuando apenas tenían un grosor de tres centímetros de diámetro y las paraban con varas de escoba.
También se creó la fuente que tiene aspecto de estrella de seis picos en referencia a la llamada “Estrella de Davidad, mientras que la cruz que se observa en el lugar es un homenaje a la Santa Cruz de Zacate que se localizó en Tepic en 1619.
Fueron dos años de trabajo para embellecer este parque que para ese entonces ya era conocido como “El Zanjón de la Alameda”, sin embargo durante su construcción a modo de broma el señor Rogelio Santillán Moya, encargado de la remodelación de este espacio, le propuso al Presidente Félix Torres un nuevo nombre para el lugar:
“Usted tiene la esperanza de ser Gobernador y mi esposa se llama esperanza pues hay que ponerle zanjón de la esperanza”.
Así lo que empezó como un chiste se convirtió en una realidad cuando Rogelio Santillán quedó sorprendido al ver que durante la inauguración del Zanjón en agosto de 1999, observó como se colocaron unas letras en la entrada que lo denominaban con el nombre que había propuesto.
Desde entonces “El Zanjón de la Esperanza” se ha vuelto un lugar emblemático para los nayaritas, en el cual se puede descansar, apreciar la belleza y retratar momentos inolvidables.