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Los retos para la educación en la nueva normalidad de la Covid-19

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), durante el momento más grave de la pandemia, el 94% de la población estudiantil del mundo se vio afectada por el cierre de sus instituciones educativas. A principios de agosto, esta cifra permanece en mil millones, con más de cien países sin anunciar todavía un regreso a las aulas. En este panorama, la flexibilidad, la resiliencia y el mantener los lazos de comunidad serán herramientas necesarias para enfrentar los retos de la escuela en la nueva normalidad.

De acuerdo a la Unesco, 24 millones de estudiantes, desde preprimaria hasta la educación terciaria, están en riesgo de no retomar sus estudios tras las medidas de confinamiento por la Covid-19, con un peor escenario en el sureste asiático (5.9 millones de estudiantes) y en África subsahariana (5.3 millones), regiones con condiciones complicadas de educación desde antes de la pandemia.

Para mitigar los efectos de la pandemia en la educación, el organismo internacional, junto a otras entidades que forman parte del proyecto Salvar Nuestro Futuro, recomiendan fortalecer la resiliencia de los sistemas educativos para un desarrollo equitativo y sostenible y reimaginar la educación, así como acelerar el cambio positivo en la enseñanza y el aprendizaje.

“Las soluciones deben abordar las pérdidas de aprendizaje, prevenir la deserción escolar, en particular de los más marginados, y garantizar el bienestar social y emocional de los estudiantes, los maestros y el personal”, comenta la Unesco.

En este tenor, “la implementación de modelos de educación flexibles, que incluyan clases presenciales y en línea, representa también desafíos relacionados principalmente con mantener como eje primordial el impulso de las relaciones interpersonales”, según la opinión de CETYS Universidad, en México. Señalan también que instituciones, docentes y alumnos deben trabajar de manera conjunta para repensar la educación desde una perspectiva más amplia, cumpliendo roles específicos.

Desde el papel de estudiante, la responsabilidad y el esfuerzo son vitales en la obtención de resultados favorables, afirma la institución educativa y subraya la relevancia de cuidar la salud anímica del alumnado y el que se sientan parte de una comunidad. Recomiendan, para esto, mantener la experiencia de la vida estudiantil tanto como lo permita la distancia, a través del uso de herramientas tecnológicas.

Por otro lado, en un artículo académico publicado en la revista Postdigital Science and Education, especialistas de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Tampere, en Finlandia, llaman a resistir la tentación de las soluciones prefabricadas y el colonialismo pedagógico de la industria de la tecnología educativa y a seguir el pensamiento progresista de figuras como lo fueron Ivan Illich o el pedagogo Paulo Freiro, para unir fuerzas en el desarrollo de nuevas prácticas educativas de manera horizontal y dialógica con docentes y otros trabajadores culturales.

“Necesitamos aplicar y desarrollar metodologías de investigación aplicada crítica y crear principios de diseño para la digitalización democrática y emancipadora de la educación. Además, necesitamos un diálogo social más amplio sobre los propósitos de la educación y sobre el tipo de sociedad que queremos desarrollar en el mundo con Covid-19”, afirma el artículo académico que explora los problemas posibles de una adopción apresurada de soluciones comerciales de aprendizaje digital, cuyo diseño podría estar impulsado por modelos de negocio y no por principios pedagógicos.

El problema de la educación a raíz de la Covid-19 es amplio y de un impacto mayor. Estos tres puntos de vista coinciden en la importancia del capital humano, del bienestar social y emocional, y de mantener los lazos de comunidad para hacer frente a los retos de la nueva normalidad en materia de educación.

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