Dos de las economías más importantes en todo el mundo se han enfrascado en un conflicto comercial que implica tensiones geopolíticas entre ambos gobiernos. Estados Unidos bajo la consigna de vetar a las empresas chinas, principalmente Huawei; y el gobierno de China respondiendo a los ataques comerciales para poder contrarrestar a una de las potencias económicas más importantes en el mundo.
Las fricciones comerciales comenzaron en marzo de 2018 cuando la administración de Donald Trump decidió imponer aranceles por 50 millones de dólares a los productos chinos con el respaldo del artículo 301 de la Ley de Comercio impuesta en 1974, bajo el concepto de prácticas alevosas de comercio, sustracción de la propiedad intelectual y una propagación obligada de tecnología americana a China.
En respuesta a esa situación, el gobierno chino impuso aranceles a más de 128 productos, incluyendo la soja, uno de los productos con mayor exportación a Estados Unidos. Pero la situación tomó fuerza cuando Google anunció, bajo las estrictas órdenes del Ggbierno estadounidense, dejar de proveer su sistema operativo móvil Android a los smartphones de la marca Huawei.
No obstante, esas tensiones comerciales rebasaron la línea y ahora se colocan en temas de seguridad nacional para ambos paìses. En 2018, Estados Unidos acusó a Huawei por tener nexos con el gobierno de China, pues el fundador de la compañía, Ren Zhengfei fue un exoficial del Ejército Popular de Liberación en China y su creciente importancia a nivel internacional en temas de telecomunicaciones desató dudas sobre si la administración del presidente Xi Jinping pretende tener un control total de las redes de comunicación a fin de espiar a los demás gobiernos e interferir en cualquier conflicto.
Otra situación es el control por la big data, una industria en donde China puede ser capaz, no solo de utilizar esa información en su beneficio a nivel seguridad nacional, sino también para abrir paso a nuevas industrias, ya que a través de la big data podría existir una ventana a las necesidades del mercado justo en un momento cuando el Internet tiene más protagonismo.
Asimismo, a Estados Unidos le preocupa una norma aprobada en 2017 por la Agencia Nacional de Inteligencia en China, donde enuncia que los corporativos deben apoyar, cooperar y colaborar con el trabajo de inteligencia nacional. Luego de aceptar esa iniciativa, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos exhortaron a las compañías locales a romper cualquier relación comercial relacionada con el uso de la red 5G.
Sin embargo, China respaldó a las empresas locales al mostrar su postura sobre esa situación, al decir que no tiene ningún tipo de vínculos con ninguna empresa privada más allá de las obligaciones impositivas las cuales dicta el país y ninguno de los empleados de ninguna firma local tiene alguna relación con el gobierno chino.
Aunque los conflictos comerciales entre ambas naciones aún no cesan, otras empresas se han unido para anular sus negocios con Huawei y otras empresas provenientes de China. Qualcomm, Intel, Broadcom, Xilinx Inc. son algunas de las compañías que han roto lazos comerciales, retiraron sus fábricas y dejaron de importar y/o exportar productos de China.
Si bien, la relación comercial se percibe con un futuro incierto entre Estados Unidos y China. Además, no hay pruebas concretas de que el gobierno chino a través de las empresas locales tengan instalados backdoors o fallos deliberados en el hardware o software para espiar a los gobiernos, por lo tanto, no es un conflicto que esté limitado a la industria de la tecnología y va más allá de un veto comercial.