El Comité Olímpico Internacional (COI) anunció la postergación de los Juegos Olímpicos Tokio 2020 para 2021 debido a la gravedad de la pandemia por COVID-19; con esta decisión, se salvaguardan vidas y se les da la posibilidad a los atletas de competir en espacios seguros, en condiciones óptimas y con el apoyo del público.
Casi una semana después, el 30 de marzo, el COI dio a conocer las nuevas fechas para la justa olímpica: entre el 23 de julio y el 8 de agosto de 2021. Sin embargo, y a pesar de que la decisión es adecuada de acuerdo con el contexto mundial, el hecho de posponer los Juegos Olímpicos trae consigo repercusiones financieras, deportivas y humanitarias, que no se ven a simple vista, pero tienen un peso muy grande.
De inicio, la postergación de los Juegos Olímpicos implica a Tokio un gasto “masivo”, según las palabras de Toshiro Muto y Yoshiro Mori, director ejecutivo y presidente del Comité Organizador de Tokio 2020, respectivamente, de entre 2,700 y 5,800 millones de dólares, además de la inversión previa de 13,000 millones de dólares. El costo original estaba estipulado en 28,000 millones de dólares. Por otro lado, la mayoría de los recintos en los cuales se llevarán a cabo las competencias son de naturaleza privada; por ende, se deberá pagar el alquiler del lugar por otro año completo o desmontar las estructuras deportivas que ya estaban montadas. La renta de los escenarios le había costado a la organización de Tokio 2020, 477 millones de dólares.
Respecto a las ganancias, tanto los derechos de televisión como las entradas a las competencias y las ventas turísticas tendrán que aplazarse también; de las 8.7 millones de entradas existentes, 4.48 millones ya fueron vendidas, y aún no se sabe si dichos boletos serán reembolsados o se respetarán para las competencias de 2021. NBC compró los derechos de transmisión del evento deportivo por 1,000 millones de dólares, con una programación estimada de 5,000 horas durante las competencias; ahora, este tiempo deberá ser llenado con otro tipo de contenido.
Quienes también salen perdiendo son los sponsors oficiales de los Juegos Olímpicos, aunque Airbnb, Intel, Coca-Cola, Samsung y P&G reafirmaron su compromiso con el Comité Olímpico Internacional, mientras Bridgestone buscará “soluciones creativas” ante el suceso. Nike y Adidas, por su parte, podrían perder entre 50 y 100 millones de dólares, según estimaciones de Business Insider, sumado a las fechas de terminación de contrato de varias de sus estrellas -dichos contratos finalizaban después de los Juegos Olímpicos Tokio 2020-.
Para los deportistas, aplazar el evento deportivo podría beneficiar a algunos y perjudicar a otros: los tiempos de entrenamiento de los deportistas de alto rendimiento están basados, según su rama, en periodos cortos de trabajo de alto rendimiento acompañados de periodos cortos de recuperación, por lo que su entrenamiento deberá comenzar en mayo de 2021 si quieren llegar en condiciones óptimas a la competencia. No obstante, aplazar los juegos un año significa tener tiempo suficiente para recuperarse de lesiones o tiempo de enfriamiento y aumento de edad, dependiendo de las situaciones de cada deportista en particular. Además, los eventos clasificatorios aún no habían concluido, por lo tanto, sólo el 57% de los competidores tiene plaza segura, mientras el 43% deberá retomar los clasificatorios dentro de un año.
La medida tomada por el COI fue ratificada y celebrada por las federaciones deportivas internacionales, como la FIFA, FINA y World Athletics, quienes accedieron a reprogramar sus competencias conforme al ajuste del calendario para darle a sus deportistas la posibilidad de retomar sus entrenamientos, llegar al tope de su rendimiento a las competencias y tener el debido tiempo de descanso posterior a las mismas en función de prepararse para los Juegos Olímpicos Tokio 2021.