Debido a la contingencia por el COVID-19, varias compañías de teatro en México liberaron parte de sus grabaciones de archivo de las obras que existen en su repertorio. Esto ha sido un gran gesto para todas las personas que tomaron la decisión de acatar las sugerencias de aislamiento y se han resguardado en sus hogares. Este aislamiento podría durar todavía un mes más, según expresó el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, el dr. Hugo López-Gatell Ramírez. Y ahora con la oportunidad de disfrutar de esas puestas en escena surge la duda si lo visto en nuestras pantallas realmente es teatro y si trae consigo una nueva oportunidad de negocio en materia de streaming.
Ocurren muchos problemas al momento de compartir en línea una obra de teatro. Generalmente, las grabaciones son a una sola cámara y comúnmente no llega a abarcar la totalidad del espacio escénico y debemos soportar los movimientos antiestéticos de la misma con el respectivo sonido del movimiento del tripie. La calidad de la imagen es otro de los problemas, si bien nos va estaríamos ante una grabación HD en lugar de una 4K, que sería perfectamente ideal para que la experiencia del espectador en su hogar sea óptima.
Pero esto no es una queja. Al contrario, es evidenciar las carencias existentes en esto, pues en México es algo que no se practica comúnmente. ¿Es teatro? Sí y no. Es la forma en que se comparte un testimonio de un evento artístico sucedido en el pasado y este, por definición, debería ser en vivo. La interacción entre actores y espectador en una misma sala jamás va a ser sustituida por nada.
Ahora, esto no quiere decir que se deba renunciar a esta manera de compartir el teatro, ya que ciertamente, al ser un arte efímero, se deja de lado a mucha gente y enumero: uno, no cuenta con los recursos para pagarse un boleto, y dos, hay lugares a lo largo y ancho del país donde no existe una cultura teatral, pero sí existen las redes de Internet para difundirse a través de esta vía.
Debemos ver esta nueva manera de transmitir el teatro como una oportunidad de negocio. Los productores de compañías independientes, por ejemplo, sufrimos porque el público cada vez ocupa menos butacas. Debemos pensar en otras formas de que consuman los productos que estamos generando y, de la misma manera, buscar la profesionalización.
El “streaming teatro” tiene todo el potencial para convertirse en una opción para llegar a más gente. Y no conformarnos con una toma fija a una sola cámara. Debemos buscar planos, secuencias, tomas que puedan absorber el alma que los actores dejan en el escenario.
No es para nada nuevo este formato. Países como Estados Unidos, Argentina y España ya tienen modelos de negocio basados en la transmisión online de obras de teatro. Es preciso que no dejemos pasar la oportunidad obsequiada por la contingencia. A final de cuentas si el espectador no llega al teatro, hallemos la forma de que el teatro llegue a él.