Madrid.- “Vienen días peores”, dijo la semana pasada el ministro de Sanidad español, Salvador Illa. Una declaración fuerte, pero real. España superó las dos mil muertes por coronavirus (COVID-19) y los 35 mil casos confirmados de la enfermedad. Ahora, no queda opción. El gobierno sabe que debe frenar a toda costa el incremento del número de contagios.
España es el segundo país del continente europeo con más casos registrados y el cuarto lugar en todo el mundo con contagios de coronavirus, sólo detrás de China, Italia y Estados Unidos. La sorpresa va más allá de la cifra y preocupa por la velocidad con que se ha propagado la pandemia en el país. El crecimiento es exponencial.
Según cifras del periódico El País, la primera semana los casos evolucionaron de dos a 100; los siete días siguientes, el número de contagios llegó a los mil y, en los cuatro días posteriores, rebasaron los cuatro mil. La curva continúa en crecimiento a paso veloz y a 25 días del comienzo del brote, la velocidad de propagación para llegar a los 35 mil fue mucho mayor a la registrada en Italia y Corea del Sur.
La cura para España a estas alturas no es tan relevante como ganar tiempo para encontrarla. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ya decretó “estado de alarma” y ha puesto en marcha todos los recursos posibles para, primero, frenar el incremento en la curva de infectados; segundo, doblegar dicha curva; y, tercero, erradicar.
Los ciudadanos de Madrid, capital de España, han comentado a Notimex que tienen la fe puesta en una fecha clave para definir si los esfuerzos del gobierno y la población han tenido resultados: el 15 de abril. Para ese entonces supuestamente tendría que detenerse el crecimiento exponencial y registrarse cada vez menos casos por día en todo el país.
¿Qué debe pasar para llegar al final de la pandemia y su propagación en España? Días posteriores a las declaraciones de Illa, Pedro Sánchez lo dijo mejor que nadie, enfrentar los “días críticos” y salir victoriosos de ellos. El gobierno reconoce que el momento en que su capacidad quedará puesta a prueba está por llegar.
Los retos para el gobierno de Sánchez frente al coronavirus
El tiempo transcurre. Los casos confirmados y las muertes no se detienen. La población sigue en espera del pico máximo en la curva de infectados. La gente no sabe cuánto tiempo aguantará el silencio en las calles de Madrid y de las comunidades autónomas. No es sólo el coronavirus, sino los daños colaterales de vivir la incertidumbre de un “estado de alarma” por varias semanas.
Fue el 13 de marzo cuando el presidente decretó esta situación de emergencia para adquirir facultades extraordinarias que permitan combatir al enemigo de esta especie de “guerra biológica”. El estado de alarma está considerado en la constitución española para catástrofes y permite tomar medidas drásticas, pero sin violar los derechos fundamentales.
El día de la declaratoria, España ya había rebasado las 100 muertes y ya tenía más de cuatro mil casos. Una semana más tarde, el tiempo corrió más rápido que las acciones gubernamentales y la cifra subió hasta las más de 25 mil personas infectadas reportadas.
Hasta el momento, el medio ABC reportó que Madrid, Cataluña y el País Vasco son los sitios más afectados por el coronavirus en España. La capital se ha convertido en el epicentro de la alarma, donde han muerto cerca de mil personas y los casos confirmados rebasan la cifra de 10 mil.
A pesar de ello, los esfuerzos continúan rumbo a la tormenta. Pedro Sánchez ya nombró a un Comité de Gestión Técnico del COVID-19 y ha adquirido 640 mil pruebas para detectar a la población infectada. Además, el gobierno español ha destacado el alta de más de tres mil personas víctimas de la pandemia y ha hecho hincapié en la medida más importante a estas alturas: quedarse en casa.
El encierro no es la cura, pero es la estrategia para ganar tiempo. Muchas personas aún no lo entienden o ni siquiera dimensionan la importancia de no salir de sus hogares, según narran vecinos de Madrid y Valencia. Hay quienes cuentan a Notimex sobre la celebración de fiestas de fin de semana, donde los jóvenes disfrutan de la ilusión de sentirse inmunes.
El reto de esta primera fase es la incomprensión, desde el comienzo del estado de alarma, las autoridades españolas reportaron la detención de 487 personas y la Guardia Civil alertó sobre más de cinco mil acciones por violencia de género.
De no detenerse el crecimiento exponencial, los retos del gobierno de Sánchez serán aún mayores que las detenciones en las calles. Un sistema de salud saturado, pérdidas millonarias por el cierre de negocios, insuficientes fondos para dar cobertura a quienes requieran el seguro de desempleo y la necesidad cada vez mayor de decidir quiénes deben ser atendidos de forma prioritaria y quiénes no por las posibilidades de supervivencia.
Los estragos de la pandemia: una población consternada y en silencio
El 31 de enero fue el día en que se detectó el primer caso de coronavirus en España. El comunicado de La Moncloa confirmó que el primer paciente llegó a la Gomera, la segunda isla más pequeña de las islas Canarias, después de haber mantenido contacto en Alemania con una persona infectada que viajó a Wuhan. Pasó mes y medio para que se decretara el estado de alarma.
Más tarde, el 26 de febrero, la región autónoma de Cataluña confirmó el primer caso en la península, se trató de una mujer italiana de 36 años residente en Barcelona. Ella viajó a Italia la semana antes de presentar síntomas de coronavirus. Posterior a esa fecha, los casos comenzaron un incremento masivo.
La rapidez con que la pandemia proveniente de la ciudad de Wuhan, ubicada en la provincia china de Hubei, se esparció por España fue el principal motivo de la consternación entre las y los residentes de la capital y las comunidades autónomas. Según narran habitantes de Madrid, la población pasó de la indiferencia, al miedo y la preocupación en cuestión de semanas.
Habitantes de Madrid cuentan cómo los primeros días de escuchar los primeros casos de coronavirus, las medidas de higiene en la cotidianidad aún eran mínimas y se hacía caso omiso a la sugerencia de recurrir a la cuarentena para prevenir los contagios. Esto llevó a la veloz propagación de la cepa y, ahora, quienes llegan a salir de sus hogares al supermercado no pueden ni mirar a los ojos a sus connacionales.
Entre la consternación, las y los habitantes han buscado espacios para romper la monotonía del encierro. Han encontrado nuevas actividades de su interés, pasan más tiempo con sus familias y todos los días a las 20:00 horas, tiempo local, rompen el silencio de las calles para aplaudir a policías, médicos y cuerpos de emergencia, quienes hoy como nunca deben salir a combatir al enemigo.
La cuarentena no es tan agobiante como la incertidumbre sobre si esta medida funcionará para España y sus regiones autónomas. A la población sólo le queda esperar en sus casas mientras el tiempo corre para el gobierno de Pedro Sánchez. Lo único seguro entre la población es que, con cada día que pasa, Europa no será la misma después de esta guerra.