La confianza es un punto de apoyo necesario para ganar carisma. Se refiere a la capacidad de despertar credibilidad en lo que el dirigente pueda hacer o dejar de hacer en torno a los demás. Un camino directo para ganar confianza es proyectar esa confianza. Por ejemplo, si se da dinero en préstamo, es porque se piensa que quien lo recibe lo va a devolver. Quien recibe el dinero también recibe el mensaje “quien me presta me tiene confianza”. Si alguien confía su dinero a otro es porque piensa que esta persona es honrada.
Cuando se delegan funciones entre los subalternos se piensa que las van a realizar tal y como el mismo dirigente lo haría, confía en su capacidad de trabajo. Si alguien deja a su hija salir con el novio es porque cree que este novio no le va a causar ningún daño. También porque confía en que su hija sabrá comportarse a la altura. El padre que deja que su esposa o que sus hijos aprendan a manejar el carro y les da las llaves, también les está mostrando confianza. Si además les presta el automóvil para que lo manejen sin su guía les está demostrando más confianza aún.
El factor común que debe mostrar toda persona que tenga interés en modificar el comportamiento de los demás es inspirar la confianza mutua. Tener confianza es una manera de despertar credibilidad en quien confía. El otro obstáculo que se debe aprender a sortear es saber trasmitirlo.
El carisma personal disminuye cuando quien pretenda dirigir despierta desconfianza. Los grupos esperan de su líder protección, bienestar, seguridad y confort. Alguien que no despierte credibilidad de poder brindar esos beneficios, tiene menos probabilidad de llegar a dirigir al grupo.
Cuando los miembros de un grupo desconfían que sea posible obtener beneficios siguiendo a un líder, en esa medida esa persona pierde su liderazgo. Por el contrario otro que inspire esa credibilidad, aumenta su influencia sobre los miembros y por lo mismo la probabilidad de dirigirlos.
Lo que se haga con relación a los demás puede aumentar o disminuir la confianza y por consiguiente su carisma personal. Por ejemplo, desacreditar a otro a sus espaldas, lo que se denomina intriga o chisme, produce desconfianza, sobre todo si las personas que escuchan el mensaje, tienen una buena imagen de quien está siendo desacreditado.
En general si un líder murmura origina desconfianza de parte de los que escuchan. Las maledicencias o chismes se pueden interpretar de esta manera: “Si es capaz de desacreditar a otro a sus espaldas también lo puede hacer conmigo, esta persona no es de fiar”.
La confianza es un canal de doble vía. Si se desconfía y el otro lo percibe, automáticamente el desconfiado se hace digno de desconfianza. Lo anterior obedece a que la confianza es un valor y, depende del concepto que se tenga de lo que es bueno y lo que es malo.
Si se desconfía es porque no se muestra credibilidad. Lo que se está diciendo cuando se muestra desconfianza es que en algún aspecto, esa persona no es buena. La poca credibilidad es percibida. En general la desconfianza es de poca aceptación. En otras palabras, socialmente es malo ser desconfiado.
Al desconfiar, se evidencia el propio estado interior. El refrán “el ladrón juzga por su condición”, se refiere a que si se roba se piensa que otro, también es capaz de robar. Entonces desconfía. Si se desconfía es porque también se es capaz de hacer lo que se cree del otro. Por lo tanto los otros al percibir la desconfianza que se les tiene, pueden comenzar a desconfiar.
El carisma personal se aumenta cuando además de estimular relaciones de confianza, se fomenta ese tipo de relaciones entre los miembros. El líder que promueva relaciones de confianza está diciendo subliminalmente algo como lo siguiente: “Confíen en el prójimo, yo confío en el prójimo, por lo tanto, yo soy digno de confianza”.
En general las personas buscan la satisfacción de sus propios intereses o necesidades. Si un grupo determinado, desconfía que siguiendo los lineamientos y direcciones de su líder pueda lograr esos beneficios, le quitará su apoyo. El líder debe aprender a interpretar el tipo de necesidades que tiene el grupo, para formular y proponer objetivos y planes concretos de acción, que vayan en dirección de lo que el grupo pretende.
Una vez formulados esos planes y objetivos, se debe inspirar la suficiente credibilidad de que haciendo lo que el líder proponga y siguiéndolo, van a satisfacer intereses y sus necesidades. La probabilidad de que los miembros de un grupo hagan lo que el líder propone, aumenta en proporción a la conciencia que hayan tomado de lograr salir beneficiados. En ese sentido el líder debe comunicar mensajes orientados para que el resto de personas depositen en él su confianza.
Todas las formas de comunicación encaminadas a aumentar el carisma tienen como común denominador la confianza. Es el pilar que refuerza o disminuye la credibilidad en el líder. Como se mencionó esa imagen aumenta en la medida en que el dirigente crea y confíe en las capacidades y potencialidades de los demás.
Otra forma para inspirar confianza es que el líder les dé su apoyo real, tanto individual como colectivamente. También se gana confianza y por lo mismo liderazgo, cuando se permanece sereno como columna inconmovible, ante los embates de la adversidad y obstáculos que se vayan presentando.
De todo lo anterior, se puede concluir que si se quiere modificar la conducta de otros, y aumentar el carisma personal, se debe inspirar la suficiente confianza para ser seguido. Esta confianza aumenta en la medida en que se establezcan y desarrollen mecanismos de comunicación que permitan que las personas lleguen a tener credibilidad en el líder. Que el grupo crea tanto en el líder, como en sus capacidades.