mañanera claudia sheinbaum

Piden expulsar empresas que producen trolls y bots

“En el terreno de la lucha política se forma y se deforma la opinión. La política está irremediablemente unida a las redes sociales, a las plataformas digitales, por lo que aquellas empresas deshonestas que ofrezcan servicios de ‘trolls’ y ‘bots’, deben ser expulsadas del mercado”, planteó Benjamín Arditi, profesor investigador de la UNAM.

Ante la proliferación de noticias falsas y el fomento al antagonismo de ideas en las redes sociales, el mejor antídoto son los medios de comunicación tradicionales que contribuyen a validar información o a descartar aquella que es dudosa.

Indicó que aunque las redes sociales pueden verse como una especie de democracia directa, la incursión de herramientas tecnológicas que difunden información falsa o desvirtúan contenidos perjudica ese proceso porque hay empresas creadas exprofeso para inducir hacia determinada corriente, y en este caso lo más recomendable es la verificación de fuentes informativas.

“Las técnicas han mejorado, hay dos tipos de cuentas: los ‘trolls’, que buscan provocar, asustar; ‘los uso si quiero espantar a una persona para que deje de opinar’ —ejemplificó— en el caso de los ‘bots’, la función es distinta, se busca generar un clima de opinión atacando o defendiendo a alguien. Y algo que no siempre es fácil de entender es cuándo estamos frente a un ‘bot’ o un ‘troll’”, explica el académico.

Abundó que todas las innovaciones tecnológicas van a encontrar la forma de burlar la voluntad popular y los ‘bots’ pueden ser usados para el bien o para el mal. “No pensemos que la tecnología es neutra, podemos cerrar nuestras cuentas en redes sociales, pero otra gente va a continuar generando ruido”.

Sin “cadeneros”, las redes sociales son el espacio donde se crea un clima de opinión artificial, cambiándose el ciclo político de la noticia, añadió el profesor de Teoría Política, Movimientos Sociales y Política en Red, de la Facultad de Ciencias Políticas.

La información puede ser buena o mala, falsa o verdadera, y quien genera el cambio del ciclo político de la noticia no necesariamente necesita salir a la calle para hacerlo, como antiguamente en que las manifestaciones se realizaban en horarios que garantizaran la cobertura de los medios de comunicación tradicionales.

“La primera cosa es que las redes sociales no tienen botón en ´off´, como podría ser el televisor; segundo, su costo es cercano a cero” y tercero, no hay réferis que funcionen como especie de filtro, expone el profesor investigador, lo cual permite —añade—, que se creen piezas informativas durante 24 horas, los siete días de la semana.

Esos recursos implican “trollear” a los participantes de una discusión, para enfurecerlos o sacarlos de juicio y así eliminarlos de la conversación. Mientras que los ‘bots’ comúnmente sólo retuitean, no hay comentarios, ni respuestas.

“Hay miles de cuentas, las llamo ficticias, gestionadas por personas para que funcionen en piloto automático, algunos de estos ‘bots’ son capaces de responder para disfrazar su naturaleza”.

El profesor explicó que, en el mes de mayo del presente año, el Instituto de Estudios Superiores de Occidente (Iteso), a través de Signa Lab, en un estudio de las redes sociales, identificaron que aproximadamente a los cien días de Andrés Manuel López Obrador había unas cuentas que se unieron en torno al hashtag Reforma todo lo deforma y funcionaron.

“Eran notas no particularmente elogiosas, identificaron 10 usuarios, eran ‘bots’ por la gran cantidad de tuits que generaban por semana y los retuiteaban al cien por ciento. Eran cuentas muy activas”.

Añadió que, en total en esas 10 cuentas, se generaban tres mil 970 tuits semanalmente, retuiteándolos en un 90 por ciento. Esto significa, explica Arditi, que “no estamos ante un tráfico genuino de información, estamos buscando posicionar la marca del gobierno en contra de sus opositores”.

Asimismo, explica que existe un fenómeno al cual los psicólogos llaman “sesgo de la confirmación”, que está relacionado con la polémica recientemente generada acerca de la discusión sobre la cancelación de convenios con revistas científicas, que surgió de la biblioteca de la Universidad de Guanajuato.

De ahí comenzó un debate de que el gobierno estaba recortando apoyos a la ciencia; lo cierto, indica el académico, es que la decisión de no comprar contenidos de revistas indexadas se está generalizando en otras universidades de Estados Unidos y Europa.

La razón es que este tipo de publicaciones han sido compradas por consorcios de la comunicación que cobran cifras muy altas por compartir el contenido. “Sabemos que el acceso a la información tiene un costo, pero algo está ocurriendo en el debate de la ciencia de que esas empresas obtengan razonables ganancias o que éstas sean francamente mafiosas”.

Sin embargo, pese a que se le dio amplia difusión en redes, no se constató esa información directamente con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, para explicar el origen y el por qué de la suspensión de convenios, porque “ocurre que se da una generación de burbujas”, integradas por gente que piensa de manera similar.

“Eso sucedió en 2016, en Estados Unidos con Trump, esperemos que no funcione igual para el 2020 en que busca su reelección”, confió.

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