Adelantado a su época, Ismael Rodríguez fue un pionero en tratar la corrupción judicial a través de los juicios orales, así como en hacer tráilers y detrás de cámaras de sus historias, algo que ni remotamente existía en la década de los 40, aseguró el crítico de cine Rafael Aviña.
Aviña, autor del libro Un cineasta llamado Ismael Rodríguez, expresó que la popularidad de sus películas cobró relevancia años después del periodo conocido como el “Alemanismo”, toda vez que la crudeza de su obra daba cuenta de los problemas sociales que no encajaban con la belleza de la mexicanidad que se buscaba exportar al extranjero.
En entrevista con Notimex, el crítico e investigador de cine subrayó que Ismael Rodríguez fue un personaje poco valorado, aunque tuvo algunos chispazos de éxito como Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe el Toro, entre otras películas.
Sin embargo, reconoció que la crítica especializada lo tachó de ser un realizador populachero, dejando de lado trabajos tan importantes como su saga de Reclusorio, en la que habló de la corrupción judicial y se adelantó a lo que ahora está de moda y se le conoce como “juicios orales”.
Con su locura creativa, dijo el autor, Ismael logró convertir a Pedro Infante en una estrella e incluso hablar del cine dentro del cine como bien lo logró Alfred Hitchcock.
De acuerdo con el crítico de cine, muchas de las mejores películas de Rodríguez son las menos conocidas, como Del rancho a la televisión, en la que habla del poder de la pantalla chica y cómo ésta desbancaría al cine.
Otro de sus aciertos cinematográficos, según Aviña, es la película Los hermanos de hierro, el western más importante del Séptimo Arte nacional en el que retrata la cultura de la violencia, lo que es crecer entre la pobreza, el odio y la venganza.
El egresado de la primera generación de la Escuela de Escritores de la Sogem destacó otro de los logros de Ismael, Maldita ciudad, que filmada en los multifamiliares “Miguel Alemán” muestra la corrupción que comenzó a crecer en el alemanismo.
“Ismael muestra todo lo que sucede en las paredes de estas viviendas, la corrupción de los funcionarios públicos y la adolescencia desatada”, explicó Aviña, quien decidió compartir su investigación sobre Rodríguez por no tener a la mano ningún material hasta ahora dedicado a su obra.
“Lo interesante de su obra es que justamente en una época en la que el cine mexicano trataba de hablar de las bondades del país, este hombre hablaba de cosas brutales. Por ejemplo, todas las escenas en “La Bartolina”, en Nosotros los pobres, son terribles y qué decir del niño quemado, de cuando el tren le corta las piernas a su personaje conocido como ‘El Jorobadito’ o cuando ‘El Tuerto’ cae del edificio y se estrella la cabeza en el pavimento”, refirió.
Visiblemente satisfecho por su investigación, Aviña agregó que además de su vibrante cine popular, el cineasta retrató las diferencias sociales que existían, la violencia y la criminalidad que había en esa época.
Incluso, hizo referencias a la prostitución con películas como La borrasca en las almas, de 1953, en la que da cuenta de la doble moral de una mujer que ante la sociedad se muestra inocente e ingenua.
“Su obra no fue en ese entonces tan trascendente porque había cineastas como ‘El Indio’ Fernández, cuyas películas representaban lo que el gobierno quería que se viera: Ese país noble, ingenuo, con indígenas lindos y folclóricos”, manifestó.
Y es que aseguró el también guionista, quien nutrió su publicación de testimonios hemerográficos, fueron el gobierno y los críticos los que dejaron fuera de los reflectores a directores como Gilberto Martínez Solares, Alejandro Galindo e Ismael Rodríguez. “El éxito de ellos empieza justo después de su muerte”, anotó.
En la presentación de su publicación, Aviña estuvo acompañado de sus colegas Carlos Bonfil y Rodrigo Garay, quienes no dejaron de lado el melodrama que Ismael Rodríguez impregnó en su cine.