Como una persona de tempestades y valles, que despertaba tanto momentos complejos como discusiones, pero también metía orden, pintor que estuvo rodeado de personajes como Rufino Tamayo, Manuel Felguérez o José Luis Cuevas, por citar algunos, y a quienes les aprendió, así definió el curador Santiago Espinosa de los Monteros al pintor Francisco Icaza (1930-2014).
Para conocer más sobre su vida, trabajo artístico y sus relaciones con intelectuales y artistas de la época, el Museo del Palacio de Bellas Artes lo recuerda con la exposición Francisco Icaza. Me quiero ir al mar, que estará abierta al público a partir de este 14 de junio.
Compuesta por 145 piezas, se trata de la instalación más ambiciosa que se ha hecho, aseguró Espinosa de los Monteros, para quien a pesar de haber expuesto en el Museo de Arte Moderno hace algunos años, la del “Palacio de Mármol” es tan sólo “la punta del iceberg de la mucha obra del maestro”.
“Tuvo algunas exposiciones relevantes en el Museo de Arte Moderno, pero cada una muy acotada a un periodo y ésta es la más ambiciosa y es sólo la punta del iceberg, hay mucha obra del maestro. Quiero que esto llame a curadores e investigadores jóvenes, pues hay mucho más que investigar sobre Icaza, mucha más obra y mucho más de la vida del maestro que habrá que rascarle”, señaló.
La instalación es un recuento de la trayectoria del pintor nacido en El Salvador, al presentar al público obras desconocidas o bien, pocas veces exhibidas.
Fundador y participante en varios movimientos artísticos importantes, como el Salón Independiente, Nueva Presencia, Los Interioristas y en exposiciones como “Confrontación 66 en México”, Icaza fue un personaje relegado dentro del ámbito cultura por el régimen en turno, explicaron sus organizadores en conferencia de prensa.
“La no presencia de Francisco Icaza en muchos momentos se debió un poco a sus viajes, a que era una persona que decía muchas netas y a no todo mundo le hacía gracia, y eso fue lo que lo aisló, pero se trató de un hombre que escogió muy bien a sus dialogantes.
“Escogió muy bien con quién hablar, con quién no, con quién pelearse y con quién no, y eso lo dejó un poco en una posición no quiero decir periférica, pero lo aisló; sin embargo, fue una persona muy activa, incluso hasta el último día de su vida”, recordó el curador.
De acuerdo con Espinosa de los Monteros, el aporte de Icaza dentro del arte mexicano se dio sobre todo en las décadas de los 60 y 70, años en los que tuvo cercanía con personajes de la talla de Alejandro Jodorowsky, Pedro Friedeberg, David Alfaro Siqueiros, Carlos Fuentes, Salvador Elizondo, Vicente Rojo, Vlady, por mencionar algunos y con quien existía un diálogo.
“Su aporte puede leerse un poco en función de una trayectoria a veces solitaria, que es un camino que él escogió; pero solitaria que inicia en compañía a quienes tenemos hoy como creadores, una generación fundamental como Felguérez, Tamayo, etcétera”, refirió.
La exposición, vigente hasta el 8 de septiembre, está estructurada en tres núcleos temáticos: Memorabilia, Pájaros y figuras, y Obra última. En todos ellos, Icaza es el protagonista.