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MALAS COMPAÑIAS

La historia -a la que debemos recurrir como fuente inagotable de respuestas- nos habla del cardenal Richelieu, un personaje que se ocupó más de las labores propias de la política que del cuidado del espíritu durante el reinado de Luis XIII, en Francia.
 
Fue un tipo que concentró una gran cantidad de poder a partir de la influencia que cobró con el rey al que supuestamente servía. Utilizando su derecho de picaporte con el monarca, el prelado conspiraba para su beneficio personal. Encaminaba la opinión del rey para aniquilar a quienes constituían un riesgo para sus intereses y ensalzaba a aquellos que le podían ser útiles para sus propósitos. En el camino, por supuesto, el cardenal Richelieu se convirtió en uno de los hombres más ricos de Francia y acaso de toda la Europa del siglo XVII. El costo de sus decisiones, siempre lo pagó el monarca, quien terminó por ser un rey sumamente impopular para los franceses, en buena parte gracias a los consejos de su hombre fuerte.
 
Desde hace casi dos años, en cada controversia, en cada decisión del gobierno donde se perjudica a miles de nayaritas, surgen casi de manera obligatoria dos nombres: los de Gabriel Camarena y Javier Mercado.
Cual modernos Richelieu, este par de personajes parecen haberse aprovechado de la “soledad de palacio”, esa condición que describe en sus memorias el expresidente López Portillo y que consiste en que, quien ejerce el poder, de manera natural se va aislando pues comienza a desconfiar de la mayoría de quienes le rodean, pues ve en ellos a potenciales enemigos que, o buscan aprovecharse de su condición de hombre de poder o bien, que pretenden arrebatarle ese poder que ahora ostenta. Es allí donde entran los “consejeros” que juegan a resolver problemas que, en muchas ocasiones, ellos mismos provocaron para generar la oportunidad del lucimiento que les gane la buena voluntad del mandatario.
 
Camarena y Mercado han jugado muy bien este juego. Para ambos, ha sido altamente redituable no cargar con principios que pudieran estorbarles en la ejecución de sus planes. Mientras que, a Camarena lo hemos conocido recién iniciado este gobierno, a Mercado, los nayaritas sabemos muy bien quién es. Un hombre servil que, siendo diputado panista entre 2014 y 2017, operaba asuntos políticos y jurídicos para el fiscal Edgar Veytia, mismo que, semanas antes de su detención en marzo del 2017, lo ayudó a conseguir la candidatura para buscar su reelección ese año, misma que logró. Entre 2017 y el 2021, esto es, durante el gobierno de Antonio Echevarría García, a Mercado le gustaba presumir la confianza que el mandatario le tenía para la operación de temas delicados, una confianza que a él le trajo importantes réditos personales. En el 2021, oportunista como es, entregó su lealtad al senador Navarro Quintero, quien llevaba por lo menos dos años siendo el front runner de cara a las elecciones para gobernador.
 
Así, a dos años de gobierno del Dr. Navarro, los nayaritas no hemos sabido de escándalos personales de los hijos o hermanos del gobernador, que son personas decentes, buenos seres humanos todos. Los escándalos del propio mandatario han sido más asociados a sus reacciones explosivas contra aquellos a los que considera un riesgo o aquellos en contra de quien lo han predispuesto, así como a la sobreprotección que le ha brindado a Elizabeth López Blanco, la otra pieza clave de este triunvirato que se ha adueñado del poder en el gobierno de Miguel Ángel Navarro Quintero. Pero las polémicas, las verdaderas polémicas, las han causado siempre Gabriel Camarena y Javier Mercado.
 
Su nombre ha estado asociado a las dañinas reformas laborales que tienen hoy a miles de trabajadores no sólo litigando sus derechos en tribunales, sino, además, sin dinero en vísperas de nochebuena; ellos han sido también los padres de la “operación Bahía de Banderas”, una idea que lograron venderle al mandatario gracias a la animadversión del galeno respecto de Ney González y que consiste, presuntamente, en adueñarse de enormes y costosas propiedades a través de procesos jurídicos poco claros. También han estado involucrados en el apoderamiento del Tribunal Superior de Justicia, del Tribunal Administrativo – a través de los magistrados Carmina Regalado y del ahora magistrado, Jorge Luis Mercado, hermano de Javier- y muy recientemente, también parecen tener las manos dentro del Tribunal Electoral, donde se desconoce quién es su presidenta, si la magistrada Martha Marín García o Selma Gómez Castellón.
 
Lastima, hay que decirlo, que un hombre que durante 20 años aspiró a ser gobernador de Nayarit, esté desperdiciando su oportunidad histórica entregando a otros la sagrada confianza que en las urnas le entregaron los ciudadanos. Más aún, que esas personas en quienes decidió delegar tantas facultades, hayan demostrado en tan poco tiempo, su rapacidad y la maldad suficiente no sólo para hacerle tan mal a los ciudadanos, sino para abusar de la confianza de un hombre paranoico que ve enemigos donde no los hay y que ve, por otro lado, a comprometidos operadores donde lo único que hay es un par de traidores que, en el 2027, habrán vendido su amor a la siguiente persona que ocupe la titularidad del Poder Ejecutivo. Es su naturaleza. Nos toca, como ciudadanos, al menos exhibirlos y hacerles frente desde nuestras respectivas trincheras.
 
ESCENA POSTCRÉDITOS: Es grave lo que ocurre en Rosamorada. Aprovechándose de que el municipio actualmente es tierra de nadie, cual, si fuera un moderno Juan Vargas, -el personaje central de la película “La Ley de Herodes”-, el alcalde Rito Galván, con la protección del diputado federal Fugio Ortíz, encarceló a la síndico Gardenia González, presuntamente por denunciar actos de corrupción del propio presidente municipal. Los dos, son personajes folclóricos, por decir lo menos, pero es la que no tiene padrino político la que lleva metida varios días en la cárcel y que, seguramente, no podrá estar con sus hijos y el resto de su familia en nochebuena. Rito Galván, por cierto, ni siquiera debería ser alcalde pues está inhabilitado para ser funcionario público desde antes de ser electo ¡Lo que hay que ver!
ESCENA POSTCRÉDITOS 2: La última vez que señalé a este par, me valió una multa. A ver ahora ¿qué se les ocurre?

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