Con todo y el inmenso calor, de aproximadamente 30 grados centígrados, Jesús de Iztapalapa, sus apóstoles, nazarenos y todo un séquito de creyentes recorrieron este Jueves Santo los ocho barrios de la alcaldía.
Las calles de la demarcación más poblada de la Ciudad de México lucen en algunos tramos abarrotadas de gente que permaneció en silencio ante el paso del contingente.
Algunos niños preguntaban sorprendidos si ya iba a pasar Jesús como si fuera el de a deveras; este año es interpretado por Antonio Reyes, de 23 años, quien estudia en el Instituto Politécnico Nacional el séptimo año de la carrera de geofísica.
Juan apenas puede caminar, viene todavía contento, las consecuencias de la cruda se le evidencian en unos labios partidos y un fuerte olor a alcohol, con la lengua enrevesada apenas alcanzó a responder que él solo viene a ver al ángel, al parecer es un conocido suyo, refiere.
Sin importar que el Sol le haga estragos a la cruda, señala que desde el lunes está de fiesta, por su barrio, por la representación de la Pasión y Muerte de Cristo y “porque sí”, explicó con una sonora carcajada; para enfrentar estos días de Ley Seca en la demarcación, Juan, todo previsor, compró mucha cerveza en los días previos.
Los integrantes del colectivo de las fanfarrias, que son unos 49 jóvenes, que van hasta adelante del recorrido por los ocho barrios, han practicado para este día desde el mes de diciembre, vienen ataviados con trajes de romanos consistentes en una pechera plástica que les acentúa más el calor y ropajes blancos, en cada parada y con la frente perlada de sudor, algunos se soban con discreción las ampollas provocadas por las nuevas sandalias de cuero.
En algunas partes del recorrido, hombres, mujeres y niños ofrecían a los integrantes de la representación agua fresca embotellada, aunque también en bolsas plásticas con un nudo, así como naranjas recién cortadas.
Con velocidad y mientras ofrecía fruta a gritos, Alicia, una de las mujeres que reparte las naranjas, explicó que esta vez cortaron por la mitad unos 90 kilos de fruta para ofrecer a los nazarenos, pero también a cualquiera que tenga sed, ella reparte hidratación solo porque ayudar a los demás, es también una manera de agradecer las bendiciones de “Diosito”, refirió mientras seguía con su faena.
Poco después de las 17:00 horas y después de recorrer los barrios de San Lucas, San Pablo, San Pedro, San José, Asunción, Santa Bárbara, San Ignacio y San Miguel, el contingente arribó a la Iglesia del Señor de la Cuevita para solicitar al santo patrono su bendición para llevar a buen término la Representación.
Este templo fue el que vio por primera vez a los iztapalapenses de esos días celebrar la Pasión y Muerte de Cristo, quienes en 1833, ante una epidemia de cólera que azotó al pueblo, decidieron hacer una procesión a ese recinto para pedir por la salud de sus habitantes.
Si cesaban los muertos por la epidemia, los habitantes prometieron que realizarían la procesión cada año, la primera vez, en que la llevaron a cabo de manera normal, en 1843, los representantes eran las esculturas de dos parroquias de la demarcación, luego fueron niños y a 176 años de aquello, ya son en total poco más de cinco mil personas las que participan en la representación.