La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, declaró recientemente que en el país no existe una política de persecución ideológica o represión contra opositores. Durante su conferencia matutina, la mandataria enfatizó que su gobierno respeta plenamente la libertad de expresión y el derecho a la disidencia, principios que calificó como fundamentales para la democracia.
Estas afirmaciones surgen como respuesta a diversos señalamientos de figuras de la oposición y organizaciones civiles, quienes han manifestado preocupación por lo que consideran un ambiente hostil hacia la crítica política. Sheinbaum Pardo reiteró que las instituciones del Estado están enfocadas en garantizar la justicia y el estado de derecho, rechazando cualquier uso faccioso de la ley.
En su intervención, la titular del Ejecutivo destacó que la actual administración busca diferenciarse de prácticas autoritarias del pasado, promoviendo el diálogo y la pluralidad política. Aseguró que las investigaciones judiciales en curso obedecen a criterios técnicos y legales, desvinculándolas de cualquier motivación de índole partidista.
Sin embargo, analistas políticos y organismos internacionales de derechos humanos mantienen una observación constante sobre el clima político en el país. Han señalado la importancia de que el discurso oficial se traduzca en garantías efectivas para el ejercicio periodístico y el activismo social, sin temor a represalias administrativas o penales.
El debate sobre la salud democrática de México continúa vigente en la agenda pública. Mientras el gobierno defiende sus avances en materia de libertades, diversos sectores de la sociedad civil insisten en la necesidad de fortalecer los contrapesos institucionales para asegurar que la pluralidad de voces sea respetada en la práctica cotidiana.



