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Liberan a Roxana, joven que mató a su violador

Después de nueve meses encarcelada, Roxana Ruíz Santiago podrá seguir su proceso en libertad

El día de hoy, la joven Roxana Ruíz Santiago logró su libertad condicional, esto luego de pasar nueve meses en prisión preventiva acusada de matar al hombre que la violó.

La joven de 22 años de edad es originaria de Oaxaca, salió del penal del Bordo de Xochiaca en el Estado de México.

Un juez de control dictaminó en la audiencia que Roxana podrá pasar su proceso fuera de prisión, así lo confirmó el colectivo “Nos queremos vivas Neza”.

El colectivo destacó que “el cambio en las medidas cautelares, no deja en estado de indefensión a las víctimas u ofendidos, no prejuzga los hechos, ni afecta sus derechos, al contrario, de ahora en adelante ambas partes acudirán al juicio en igualdad de condiciones” “podría marcar una diferencia crucial para muchos otros que mantienen a personas presuntamente inocentes y que se encuentran bajo múltiples condiciones de vulnerabilidad, abarrotando las prisiones de esta entidad y de todo el territorio mexicano”.

EL DÍA DE LOS HECHOS

El asesinato se dio el pasado 8 mayo del 2021. Una amiga la invitó a tomar unas cervezas con compañeros de trabajo, entre ellos había un joven que la esperó hasta que decidió irse a casa, y este ofreció acompañarla. Al llevar a la puerta, la comprometió a dejarlo quedarse a dormir porque según este vivia muy lejos, ella aceptó y le acomodó una colchoneta en el piso, narra la periodista María Castañeda de “El País”.

A media noche la joven despertó cuando el hombre la atacaba fisica y sexualmente en su propia casa, Roxana logró sobrevivir al atacarlo de muerte, pero la Fiscalía alega que la forma que se defendiió fue desmesurada.

“Yo sé que lo hice, pero no fue por quererlo hacer”, relata Roxana. “En ese momento no encontré otra salida. No sé de dónde me salieron fuerzas”, recuerda. Todo pasó muy rápido: forcejearon, ella lo empujó y logró quitárselo de encima, corrió e intentó escapar, pero no pudo hacer más que tomar una prenda de ropa y convertirla en arma de defensa. “Le puse la playera en el cuello, empezamos otra vez a forcejear, él queriéndome quitar de atrás de él, y fue cuando nos caímos y yo no solté la playera por el miedo que tuve”, narra.

 

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