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GUIÑO DE AMLO A OTRO DICTADOR

Primera parte

En medio de un amplio rechazo de la comunidad internacional a las elecciones en las que resultó reelegido el pasado noviembre y con la ausencia de la mayoría de líderes de América Latina, el dictador Daniel Ortega asumió por quinta ocasión el cargo de presidente de Nicaragua, solo contando con la presencia de sus aliados de Cuba y Venezuela y la validación de México, aunque haciéndolo a través de un funcionario de menor nivel, pero sin dejar de constituir un guiño del presidente Andrés Manuel López Obrador al tirano y sanguinario mandatario.

Daniel Ortega, cuatro veces presidente de Nicaragua, se impuso en las elecciones presidenciales celebradas en Nicaragua el 7 de noviembre, luego de que al menos 39 líderes opositores fueran detenidos, incluyendo siete precandidatos a la presidencia. Así, asumió su quinto mandato presidencial, el cuarto consecutivo, el pasado 10 de enero.

Tras ocupar el cargo primero entre 1985 y 1990, y luego entre 2007 y 2012, entre 2012 y 2017, y finalmente desde 2017 hasta la actualidad -tras una reforma constitucional que eliminó los límites a la reelección para mandatos sucesivos en Nicaragua-, la figura de Ortega ha quedado asociada a la de Nicaragua desde tiempos de la Revolución Sandinista.

Fue reelegido tres veces, compartiendo la boleta junto a su esposa Rosario Murillo -actual vicepresidenta- por la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Pero el camino a las elecciones en las que Ortega resultó ganador quedó marcado por las detenciones a los principales líderes opositores -a quienes se acusa de presuntos delitos como el lavado de dinero y realizar actos contra la soberanía-, lo que puso en dudas la legitimidad del proceso, y la reacción crítica de organismos internacionales.

Todos los detenidos, entre los que se incluyen precandidatos presidenciales, empresarios y activistas, han rechazado los cargos en su contra. Organismos internacionales, entre ellos la OEA y la ONU, han también condenado los arrestos y pedido la liberación de los opositores.

El gobierno de Nicaragua aún no ha mostrado pruebas con respecto a las acusaciones, según ha destacado Human Rights Watch. Ortega ha dicho por su parte que “los enemigos de la revolución, los enemigos del pueblo, están gritando que pobrecitos, que cómo es posible que estén detenidos, presos, procesados”.

La vicepresidenta y a la vez primera dama de Nicaragua, Rosario Murillo, cuestionó a los críticos del gobierno: “En cuántos países y en cuántos organismos hemos visto cómo las personas que atropellan a los pueblos, saqueando, robando, son llevadas a la Justicia”.

 

Inicios en el

sandinismo

 

Ortega nació en La Libertad Chontales, Nicaragua, el 11 de noviembre de 1945. Cursó la carrera de Abogacía en la Universidad Centroamericana, pero abandonó los estudios para unirse al sandinismo, tras lo cual pasó siete años en prisión. 

En la década de 1970 el FSLN inició una campaña de lucha armada para derrocar al dictador nicaragüense Anastasio Somoza, lo cual logró en 1979.

En esos años Ortega conoció a Rosario Murillo en el exilio en Costa Rica en 1977. Se casaron y tuvieron siete hijos.

Tras el triunfo de la Revolución sandinista, Nicaragua se vio envuelta en una guerra civil contra los rebeldes apoyados por Estados Unidos, los llamados “contras”.

“En aquel momento, gran parte del país fue destruido”, considera  el catedrátrico de la Universidad de Nueva York, Alastair Smith, autor de “The Dictator”s Handbook: Why Bad Behavior is Almost Always Good Politics” (Manual del dictador: por qué el mal comportamiento casi siempre es una buena política).

Se instauró el servicio militar obligatorio y se racionó la comida en medio de un bloqueo económico ordenado por Washington.

 

Primeras presidencias

de Daniel Ortega

 

En 1979 Ortega fue coordinador de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, y luego ganó las elecciones presidenciales en 1984, comicios en los que no participó la oposición nucleada en la Coordinadora Democrática Nicaragüense por considerar que no había garantías, de acuerdo con el think tank Cidob. Gobernó hasta 1990, cuando perdió en las urnas con Violeta Barrios.

Todavía con influencia en la política, logró de nuevo llegar al poder en 2006, después de casi dos décadas de gobiernos de derechas. La Constitución le impedía presentarse en 2011, pero “su control sobre la clase judicial le ayudó a que se anulara esa cláusula con el argumento de que se violaría sus derechos humanos”, dice Smith.

El 6 de noviembre, fue elegido con el 63% de los votos. Obtuvo 62 de los 90 escaños en disputa, cantidad suficiente para reformar la Carta Magna.

Con una imagen nueva de hombre pacífico, pregonó en su primer gobierno en el siglo XXI una Nicaragua “cristiana, socialista y solidaria”, en un país mayoritariamente católico.

Conjugaba de esta manera un perfil conservador en lo moral. Se cambió la camisa verde de guerrillero por otras de tonos claros, y buscó créditos e inversiones en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en Washington.

Al mismo tiempo, declaró su lealtad y amistad al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, al cubano Fidel Castro y al líder libio derrocado, Moammar Gadhafi. 

En 1998 Zoilamérica Narváez, hija de la vicepresidenta de Nicaragua Rosario Murillo, denunció los supuestos abusos sexuales que sufrió a manos de su padrastro el presidente Daniel Ortega. Narváez dijo a CNN en 2018 que los presuntos abusos comenzaron cuando tenía nueve años.

Ortega siempre ha negado las acusaciones, y los cargos fueron desestimados por la justicia nicaragüense. Mientras que Murillo ha rechazado públicamente las acusaciones de su hija y también ha defendido a su esposo.

 

Las protestas

del año 2018

 

En abril 2018 estallaron las protestas sociales en Nicaragua, uno de los países de menor desarrollo humano de América Latina, contra la reforma del seguro social, que aumentaba la cuota patronal y laboral y creaba una nueva cotización para los jubilados.

Las violentas manifestaciones masivas en todo el país fueron las primeras en los hasta el momento 11 años de gobierno de Ortega, y dejaron un saldo de cientos de muertos y un clima de tensión en el país.

Ortega consideró en ese momento que las protestas habían sido orquestadas por el que llama imperialismo estadounidense con el apoyo de las derechas locales y que los muertos son responsabilidad de bandas terroristas opositoras usando los mismos métodos que en Venezuela.

A diferencia de este país, donde las protestas contra el chavismo fueron lideradas casi siempre por antiguos opositores del presidente Hugo Chávez, en Nicaragua se da una situación particular porque algunos referentes de la oposición fueron compañeros de ruta de Ortega durante la lucha contra la dictadura de Somoza y tuvieron cargos importantes en el gobierno sandinista entre 1979 y 1990.

Varios de ellos fueron muy críticos con Ortega por su política de alianzas con los partidos conservadores, las entidades empresariales y especialmente con la Iglesia católica que se asoció con Ortega para —entre otras cosas— prohibir el aborto.

Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1