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Sacrificio y esperanza: Así es la vida de un migrante en Nayarit

“Yo dejé a mi esposa y a mi niño que tiene cinco meses de edad, y a toda mi familia, yo fui el único que me vine para Nayarit, para México, sigo esperando en el Instituto de Migración a que me den una respuesta y quiero mandarle un mensaje a mi familia, quiero decirles que yo estoy bien, estoy aquí y pronto volveré con ustedes, no se preocupen”, dijo el joven nicaragüense, Francisco Ramírez

El cansancio, el hambre, la esperanza y las ganas de seguir adelante siempre van acompañados de un migrante.

Cientos de personas migrantes cruzan de diferentes países a México y Nayarit con el único propósito de que las autoridades tanto federales como estatales les ayuden a tramitar sus solicitudes de permiso y así poder trabajar en el país vecino de los Estados Unidos para ganarse el sustento diario y en un futuro poder regresar con su familia a Cuba, Colombia, Paraguay, Nicaragua, Honduras,  entre otras naciones y de este modo ofrecerles una vida digna.

Durante el recorrido para realizar este reportaje en el marco del “Día Internacional del Migrante”, se pudo apreciar por las calles Rey Nayar y Miguel Lebrija de la capital nayarita cómo migrantes de todas las edades se encuentran instalados en el patio de la delegación del Instituto Nacional de Migración (INM) en espera de una respuesta favorable a sus peticiones, a sus necesidades.

Francisco Ramírez de 29 años de edad quien es originario de Nicaragua narró para Meridiano.mx su historia de vida, detallando que en su natal existe una grave crisis económica y política, situación que ha provocado a lo largo de los años que el pueblo padezca hambre:

“Me trajo a México la situación política que se vive actualmente en mi país, hay poco trabajo, no se puede estar tranquilo por todo lo que pasa en Nicaragua, allá si quieres tener un trabajo bueno, cómodo, tiene uno que trabajar, comprometerse con el gobierno, allá tienes que tener carnet de militar y a través de eso tienes que tener un aval político y al firmar, uno se compromete a que si pasa algo tú le tienes que pagar al gobierno, allá si uno habla en contra del gobierno lo que va a comer es cárcel, las cosas no son las mejores actualmente y además el gobierno no dicen las cosas como son, no dice la realidad, por ejemplo los casos del COVID-19, dicen que son 200, un ejemplo y son realmente muchos casos más, no se puede estar tranquilo”.

Asimismo manifestó que tuvo que sacrificarse y con todo el dolor abandonar a su familia para buscar generar más recursos económicos y sacarlos adelante:

“Yo dejé a mi esposa y a mi niño que tiene cinco meses de edad, y a toda mi familia, yo fui el único que me vine para Nayarit, para México, la esperanza que tengo aquí en Nayarit es que nos ayuden, a que nos den la visa humanitaria para poder salir adelante soy migrante y busco llegar al norte para sacar adelante a mi familia, sigo esperando en el Instituto de Migración a que me den una respuesta y quiero mandarle un mensaje a mi familia, quiero decirles que yo estoy bien, estoy aquí y pronto volveré con ustedes, no se preocupen”.

Por su parte la señora Liliana Vega proveniente de Cuba, dio a conocer que en su país existe un gobierno autoritario que reprime a la sociedad y viola los derechos de la libertad expresión, razón por la cual optó salir de su país y llegar al territorio mexicano para encontrar y ofrecer una mejor calidad de vida para ella y el resto de su familia: “la situación actual en Cuba es pésima, un gobierno totalmente autoritario, no hay libertad expresión, y por lo que uno más huye de allá es por la situación económica, es difícil, muy mala, existe una sociedad reprimida, uno no se puede manifestar, no hay libertad de expresión, repito y es la misma estrategia que el gobierno ha manejado por años.

Yo dejo a mi familia, a mi padre, a mi madre, a la familia entera, vengo porque nos dijeron que nos iban a entregar los documentos, los permisos, nos dicen aquí en el Instituto de Migración que no, que para mañana, están trabajando aquí demasiado lento, en otros estados en dos horas ya tienen las tarjetas ya  nosotros desde el martes en la noche nada nos han entregado”.

En este mismo sentido, Liliana Vega refirió que el trato que han recibido las personas migrantes por parte de los nayaritas ha sido noble y generoso, ya que en diversas ocasiones les han ofrecido qué comer y beber: “realmente en este pueblo estamos súper agradecidos, de verdad, por los vecinos, en general con toda la gente, no hemos recibido maltrato por parte de ellos, las personas son maravillosas, nos han apoyado mucho con comida, víveres, cobijas, es un pueblo muy bello, nos llevamos un muy bonito recuerdo de este pueblo”.

En contraste, la entrevistada expresó que el proceso de solicitud de permiso por parte del personal del INM, es lento y es por esta problemática que se ha atrasado el traslado de cientos de hombres y mujeres migrantes que buscan cruzar a Estados Unidos: “para ser sincera el problema que nos aqueja es por el trabajo lento que están haciendo, tal vez sea por el sistema, por el internet que está lento, muy malo, es por lo que más nos quejamos”.

Al cuestionarle, cómo fue su traslado desde Cuba hasta México para posteriormente llegar a Nayarit, Liliana detalló: venimos por Nicaragua, y allá en Nicaragua, venimos en travesía hasta México”.

Finalmente, la señora Liliana Vega dio un mensaje a su familia señalando que los extraña y que pronto volverán a verse: “Ay Dios, a mi familia decirle que los extraño mucho, queremos pronto reunirnos con ellos”.

Madres y padres de familias, jóvenes, niños, niñas y adolescentes llegan a México y al estado con la esperanza de poder cambiar el rumbo de sus vidas, con el sueño de mejorar su economía para que ofrecerles una vida digna y de calidad a sus familias, cientos de personas provenientes de distintos países duermen en las banquetas  de la ciudad con la poca ropa que portan, cubriéndose del frío con cobijas y cartones, comiendo de vez en cuando lo que la misma sociedad les ofrece, con las dificultades de poderse asear diariamente y tener su privacidad, se observa cómo caminan por las calles buscando su destino, pidiendo una moneda para poder alimentarse, con rostros y cuerpos cansados de tanto esperar por un papel, cansados de ser discriminados en sus países en donde sus derechos y su voz no son tomados en cuenta.