Las Fuerzas Armadas nunca habían confundido la lealtad a la patria con el servilismo a un determinado partido político, presidente, o algún otro personaje.
Nunca hasta el pasado fin de semana, cuando el Secretario de la Defensa Nacional, General Luis Cresencio Sandoval, decidió enlodar a las fuerzas castrenses fijando un vergonzoso posicionamiento al emitir un discurso con motivo del Aniversario de la Revolución, en el que puso en entredicho la narrativa de lealtad a los mexicanos y a la patria por parte de la institución que encabeza, al hacer un llamado a estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha y que tutela el presidente Andrés Manuel López Obrador, denominado Cuarta Transformación.
“Señor presidente: El próximo 1º de diciembre se cumplirán tres años de que inició su gestión al frente del Poder Ejecutivo. En estos tres años usted ha depositado su confianza en las Fuerzas Armadas y en la Guardia Nacional para la seguridad, el progreso de México y el bienestar del pueblo.
“Para nosotros es un timbre de orgullo poder contribuir a la transformación que se está viviendo. Las bases están sentadas y se avanza con paso firme en el proyecto de nación que usted ha impulsado desde el inicio de su gobierno”.
“Las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional vemos en la transformación que actualmente vive nuestro país, el mismo propósito de las tres primeras transformaciones: el bien de la patria”, sostuvo.
“Se enfoca en desterrar la corrupción, procurar el bienestar del pueblo, el progreso con justicia, la igualdad, el crecimiento económico, educación, salud y seguridad, entre otros rubros.
“Como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha, porque lejos de las diferencias de pensamiento que pudieran existir nos une la historia, el amor por la tierra que nos vio nacer y la convicción de que sólo trabajando en un mismo objetivo podremos hacer la realidad de México, esta realidad que cada día sea más prometedora.
“Por lo que respecta a las Fuerzas Armadas, continuaremos poniendo todo el empeño en el cumplimiento de las misiones y tareas que tenemos encomendadas porque estamos seguros de que ese es el camino para que nuestro país siga desarrollándose”, manifestó el general, en el mismo acto en que recibió la condecoración al mérito militar en grado de orden y la medalla a la honestidad, de manos del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin duda, debe verse con preocupación la postura de quien tutela las Fuerzas Armadas de nuestro país, principalmente porque va en contra de los preceptos que abandera la institución a su cargo al excederse en sus funciones dado que las autoridades solo pueden hacer lo que la Ley les permite. Y segundo, por violar la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, especialmente, a su artículo 17 que a la letra establece: “Queda estrictamente prohibido al militar en servicio activo, inmiscuirse en asuntos políticos, directa o indirectamente, salvo aquel que disfrute de licencia que así se lo permita en términos de lo dispuesto por las leyes; así como pertenecer al estado eclesiástico o desempeñarse como ministro de cualquier culto religioso, sin que por ello pierda los derechos que le otorga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.
En su discurso, el general indicó además que en las Fuerzas Armadas tienen claro que la subordinación al poder civil es norma y convicción, y continuarán poniendo todo el empeño en el cumplimiento de las misiones y tareas que les han encomendado.
Sin embargo, hay que decir que el Ejército mexicano está convertido en la empresa constructora más próspera del país, como se menciona en el más reciente reportaje de Latinus, “Ninguno de los grandes consorcios constructores de México tiene hoy tanta obra como las fuerzas armadas: el aeropuerto de Santa Lucía, cuatro aeropuertos más (Tulum, Palenque…), un tramo del tren maya, las dos mil sucursales del Banco del Bienestar… la lista parece interminable, el dinero fluye sin pausa ni control, y el peligro crece”, se menciona en el trabajo de la periodista Isabella González, quien al revisar 966 contratos para la construcción del aeropuerto de Santa Lucía encontró empresas fantasma, compañías investigadas por desvíos de recursos y operaciones que se antojan como maquillaje para actos de corrupción.
“Es una de las obras icónicas del sexenio. Y es un escándalo mayúsculo”, señala también en su columna el periodista Carlos Loret de Mola, tras mencionar algunos de los hallazgos de la mencionada investigación:
“Un negocio de renta de juegos inflables resulta que es proveedor de tractocamiones. Su domicilio no existe.
Una pequeña tlapalería en la colonia Tacuba de la Ciudad de México recibió contratos por 77 millones de pesos. Supuestamente suministró medio millón de piezas: cisternas, material hidráulico, mangueras.
Una compañía recibió ocho contratos dos semanas después de ser investigada por desviar 29 millones de pesos en caminos que nunca hizo.
Otra empresa rentó maquinaria pesada. Le dieron 19 millones en contratos. En la dirección que puso como sede, no hay rastro ni de oficinas ni del dueño, que es un policía municipal”.
Además, se afirma que 7 de cada 10 contratos fueron por adjudicación directa, y los otros 3 se dieron invitando sólo a tres personas. “Un festín de malas prácticas. Y todo, en la multimillonaria y emblemática obra del presidente Andrés Manuel López Obrador: el aeropuerto General Felipe Ángeles, mejor conocido como Santa Lucía. Nada más en esa megaobra hay 75 mil millones de pesos”.
López Obrador, ha entregado al ejército un poder mayúsculo durante su sexenio en lo que a proyectos de construcción se refiere, pero no conforme con ello, ahora pretende construir una empresa militar que se encargue de administrar y recibir los ingresos de los proyectos de infraestructura ya mencionados con el argumento de que no confía en la administración de civiles.
Ahora bien, ¿por qué debemos preocuparnos? Porque ya las fuerzas armadas están a cargo de los principales proyectos de construcción del país; han comenzado a manejar cantidades multimillonarias y en breve sumarán más; el presidente ha propuesto que la Guardia Nacional se conduzca bajo su égida; y por si fuera poco, ya el general supremo se concede autoridad para opinar de temas políticos.
Así las cosas, su empoderamiento abarca ya temas administrativos, económicos, políticos y cuentan con mayor fuerza militar, sin menoscabo de que quien los tutela ha pintado color a favor del Poder Ejecutivo y la Cuarta Transformación.
¿Qué pretende Andrés Manuel al empoderar de esa manera a las Fuerzas Armadas? ¿Está creando un monstruo? Cómo responderá el Ejército al acumular tanto poder?
Seguramente antes de que termine este sexenio se verá.
Lo cierto es que la historia nos indica que todos los dictadores han utilizado al ejército como respaldo, y ya sabremos si es el camino que está trazando López Obrador.
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