mañanera claudia sheinbaum

BUENAS INTENCIONES

Los líderes de América del Norte se vieron las caras durante la novena edición de la cumbre regional que se celebró en Washington. En la agenda destacaron la integración económica, migración y seguridad alimentaria en el contexto de la pandemia de COVID-19, entre otros temas. 

La IX Cumbre de Líderes de Norteamérica (NALS, por sus siglas en inglés), que tuvo como anfitrión al presidente Joe Biden, no se realizaba desde 2016. 

Esta es la primera vez que los jefes de Estado de los tres países se reúnen en cinco años. Y tuvo un énfasis renovado en la importancia de la colaboración y la cooperación en América del Norte. 

Expertos reconocieron cómo en medio de la pandemia fallaron aspectos clave -relativos, por ejemplo, a la cadena de suministros. “Vimos una falta de coordinación con México específicamente en lo que se consideraba industrias esenciales y que tenía interrupciones en las cadenas de suministro y productos y todo eso”, aseguraron especialistas. 

La reunión significó una oportunidad importante para que los líderes establecieran realmente la agenda en sus administraciones y, hasta ahora, cómo acelerar la cooperación en el crecimiento económico y la preparación para desastres y pandemias.

Y, por supuesto, sobre la migración, que es un tema clave para Estados Unidos y México. Las prioridades de colaboración incluyeron la competitividad de Norteamérica, su capacidad de aprender de la pandemia y reconstruir mejor su estrategia ante los cada vez más profundos desafíos del cambio climático, la cooperación para fortalecer la seguridad nacional, y colaborar en el tema migratorio. 

Sobre aspectos de seguridad, la cumbre fue una oportunidad para un acuerdo.

Expertos coincidieron que hubo un diálogo de seguridad de alto nivel entre Estados Unidos y México muy exitoso”. 

La primera de estas cumbres se celebró en el 2005, pero la más reciente tuvo lugar en el 2016.

En las reuniones anteriores los líderes de los tres países acordaron una serie de propuestas a futuro que buscaban promover la competitividad de América del Norte, fomentar la cooperación en materia de innovación y tecnología y colaboración en sectores clave. 

En el pasado se enfocaron también en intentar alianzas en materia de energía limpia y cambio climático, trabajar para modernizar y mejorar los procesos de comercio y viajes transfronterizos, y ayudar a atender los retos de migración y desarrollo en Centroamérica. 

Un funcionario de alto rango de la administración Biden dijo el lunes a reporteros que Cuba estaría en la agenda, y que se esperaba que el presidente estadounidense tocara la situación actual de la isla en busca de apoyo para los opositores que piden cambios en la nación caribeña de gobierno socialista. 

“El presidente planteará eso a ambos líderes. Lo que estamos tratando de hacer aquí es señalar muy claramente lo que hizo el régimen [de Cuba] el 11 de julio y lo que ha estado haciendo para silenciar las voces que claman por una mayor libertad”, dijo el funcionario bajo condición de anonimato.

Sin embargo, poco trascendió después. 

México ha reiterado su política de no injerencia en lo que cataloga como asuntos internos de otros países. Estados Unidos por su lado ha criticado los hechos recientes en los tres países, cuyos gobiernos de izquierda avanzan en agendas que contrastan con la idea de democracia que rige a occidente. La reunión de los tres mandatarios de Norteamérica llega en momentos en que los tres países mantienen una red de comercio y producción que se distingue por su magnitud en el mundo, con unos 2 millones de dólares por minuto en comercio transfronterizo. 

El comercio mantiene empleados a más de 12 millones de trabajadores y campesinos en Estados Unidos. 

“Qué tan bien trabajen estos tres países juntos tiene un impacto significativo en el bienestar y la seguridad de cada uno de ellos. Una América del Norte más alineada será también más capaz de competir bien en el mercado global”, fueron las coincidencias. 

Expertos prevén que esta cumbre hay sido crucial  en temas cruciales, como la interrupción de la cadena de suministros durante la pandemia. También se alcanzaron altas expectativas en cuánto lograron los tres líderes y sus delegaciones en función de cómo mejorar en el futuro la colaboración sanitaria y la gestión de las fronteras. 

Cómo manejar el cambio climático y el apoyo a industrias más compatibles ecológicamente serán también puntos de la cumbre.  

En las reuniones entre el estadounidense Joe Biden, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el canadiense Justin Trudeau —y sus equipos— quedaron claros los temas por solucionar que los líderes de América del Norte comparten: la pandemia por el COVID-19 y las vacunas que se requiere que los países desarrollados donen; el bloque comercial que Biden impulsa para confrontar a China; el anhelado y complicado combate al cambio climático; y, principalmente, la idea de un acuerdo continental para regularizar la migración, que tantos problemas causa a los presidentes de México y Estados Unidos, y tanto dolor a las personas migrantes. 

En los temas bilaterales, también sobresalieron los reclamos de Estados Unidos a México por la reforma eléctrica que impulsa el presidente López Obrador, que ya ha enfurecido tanto a empresarios como funcionarios en Washington. 

Durante esta cumbre no se firmó ningún acuerdo. Solo hubo buenas intenciones y promesas de trabajo, sobre todo en el tema migratorio, pero en realidad se ven pocas opciones para resolver el infierno que es desde hace años la frontera entre Estados Unidos y México, la más transitada del planeta. 

La población mexicana comprende casi 25% de los 45 millones de inmigrantes que hay en el país y se calcula que, de las 11 millones de personas indocumentadas, cinco millones son mexicanas y casi dos millones centroamericanas. 

El presidente Biden introdujo al Congreso una iniciativa de ley para regularizar y dar ciudadanía a las 11 millones de personas sin documentos. Hasta ahora, la iniciativa está atorada. 

La población hispana en el país ya alcanzó un récord de 62.1 millones de personas en 2020, de acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos, y es el grupo más numeroso después de la población blanca. En 2019, los inmigrantes representaban 33% de la población hispana. Es por eso que un acuerdo migratorio es ineludible. 

Mientras los tres amigos estaban sonrientes tomándose fotos, en el sur de México la caravana migrante que viene de América Central avanzaba hacia Ciudad de México, la cual enfrentará —como normalmente sucede— violencia, extorsiones y violaciones a sus derechos humanos mientras transita por el país. Y al llegar a la frontera con Estados Unidos, sucederá algo similar: entre 2020 y 2021, pese a la pandemia de COVID-19, Estados Unidos detuvo a lo largo de la frontera a más de 1.7 millones de migrantes, que son deportados o hacinados en campamentos infrahumanos. 

opinion.salcosga@hotmail.com 

@salvadorcosio1 

 

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