Reflexiones:
A propósito de un tema poco frecuente en las agendas políticas locales, en días recientes, hemos venido investigando en Nayarit (y en Sudamérica, en específico en Chile) el fenómeno de la vejez y la soledad. Las diferencias marcadas en cómo se envejece estando en una sociedad o en otra, es parte de las asimetrías sociales que apuntan a las grandes desigualdades en las diversas regiones del mundo: No es lo mismo ser una persona vieja en Alemania que en Haití; incluso en México o en Chile.
Sepa Ud., estimado lector, que el asunto no es menor: Tal como lo señalan diversos estudios y publicaciones de alcance mundial, las sociedades mundiales comienzan procesos de reconversión poblacional: por primera vez en la historia, en las próximas décadas la gente será cada vez más vieja y habrá menos jóvenes.
En los estudios sobre la soledad en la tercera edad pareciera que hay cierto consenso que se expresa en la frase “no es lo mismo estar solo que sentirse solo”. Esta afirmación es importante ya que, por lo general, se tiende a confundir la soledad con el aislamiento social y en un continuum del análisis con las situaciones de abandono.
Sobre el particular, investigaciones recientes (p.ej. Lorente, 2017, Tzouvaras,2015) hacen distinciones entre la soledad (loneliness) entendida como experiencia negativa donde el individuo presenta carencias en sus relaciones sociales, tanto por no tenerlas o bien las que tiene no le dan los soportes emocionales que requiere. Lo que provoca que la persona mayor experimenta y siente soledad. Por su parte el aislamiento social, se refiere al hecho real y objetivo de estar sin compañía ni contar con apoyo de redes de amistad ni familiares. Este punto es interesante de destacar, porque en una situación de aislamiento social el efecto emocional tendrá efectos diferentes la persona mayor dependiendo de la capacidad de elección que tiene sobre si elegí estar solo (aloneness) o lisa y llanamente su aislamiento (loneliness) se asocia a la pérdida de redes por el paso del tiempo o por un explícito abandono generado por sus redes familiares y entorno afectivo. Ambas situaciones son muy distintas al tipo de soledad que se elige como forma de crecimiento personal y que se valora positivamente.
Por tanto, si bien la soledad se puede asociar a una suerte de emoción, no puede desprenderse de un contexto societal. Y ciertamente, su abordamiento – en cuanto desarrollo de mecanismo de intervención social en torno a las personas mayores – requiere de un procesamiento probablemente más complejo de lo que hasta hoy podemos observar para, por ejemplo, hacer más efectivas las políticas y programas públicos hacia la población que envejece y hacia la que ya está envejecida en el país y el Estado de Nayarit.
Aunque parezca un sitio común decirlo, las personas mayores son sujetos de derechos que no solo deben ser declarados, es fundamental que estos derechos se expliciten en políticas sociales integrales y descentralizadas, y es también fundamental configurar una semántica nueva en la sociedad que nos aleje de aquellos argumentos que tienden a infantilizarlos; como expresan algunos autores ese discurso también representa una forma de maltrato.
La soledad por abandono de los adultos mayores es una realidad cruda y vergonzosa que existe en el país, fenómenos que se trata de dar invisibilidad en la cotidianeidad de nuestras vidas. Pero que los estudios y cifras sobre el particular nos señalan la gravedad de la situación que se hace más elocuente en la medida que penetramos en la estructura de desigualdad de los territorios.
Prospectivas:
Los procesos de modernización de la gestión pública en el mundo, si bien han ocurrido exitosamente en algunos países, han dejado ciertas asimetrías en aquellas naciones donde se ha imposibilitado armonizar modelos innovadores de política pública en contextos políticos-económicos poco favorables.
Diversas advertencias han sido dichas por diversos organismos internacionales desde hace años, y todas apuntan en señalar la urgencia de atender integralmente este proceso de envejecimiento y soledad en nuestra región. La ONU (2017), señala en un informe que para el año 2050, 1 de cada 4 habitantes en Latinoamérica será viejo. Un ritmo más acelerado que en otras regiones del mundo.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2019), señala que la población en nuestra región está próxima a enfrentar difíciles procesos de envejecimiento, que vendrá acompañada por mayor desigualdad y pobreza. Como un referente alarmante, en el 2050 se estima que el 80% de la población mundial vivirá en países de ingresos bajos o medianos (OMS, 2019)
No significa que los sistemas o políticas sociales del Estado para atender los problemas públicos estén del todo colapsados. Sino que se propone reconocer que los esfuerzos públicos o privados, han sido insuficientes y urge reorientarlos a partir de nuevas lecturas, estudios, enfoques y reflexiones.
Ante un problema social de tan envergadura como éste, es de toda urgencia un compromiso Estatal y municipal para el diseño e implementación de políticas y programas públicos que lo aborden con oportunidad y efectividad.
Próximamente publicaremos y divulgaremos un artículo científico que aborda más profundamente este tema. Los datos son crudos y no son alentadores.