El lanzamiento al escenario político de la Sucesión adelantada constituye un lujo que se puede dar quien se encuentra en la plenitud del poder como es el caso de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), dado el caso, es cuando se puede realizar la suerte máxima del presidencialismo mexicano que es el manejo de las circunstancias para poder imponer a quien el presidente en turno cree que va a poder dar continuidad a su obra, que le va a proteger, que le va a cuidar las espaldas y que puede incluso ser manejado sino enteramente, sí en un porcentaje aceptable para ese hombre que se va.
Lo anterior, es el punto de vista de mi amigo el periodista y escritor Julio Hernández López, mejor conocido como Julio Astillero, quien aceptó la invitación que le extendí en mi calidad de presidente de la Agrupación Política Nacional Confío en México, para que sostuviera una “Charla Astillada”, intitulada “Sucesión Adelantada y otros tópicos del segundo trienio Obradorista”, que se llevó a cabo el pasado viernes en las instalaciones de Expo Guadalajara, en esta ciudad del occidente del país.
Julio sugirió que la gran disyuntiva que habrá de resolver el presidente López Obrador para elegir a su posible sucesor a la presidencia de la República con la candidatura del Partido político Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), radica en decidir de entre la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y el canciller Marcelo Ebrard, quienes protagonizan ya una lucha sin cuartel por obtener la bendición presidencial.
Aquí algunas de sus reflexiones en temas diversos:
SHEINBAUM Y EBRARD
Hoy se está en presencia de un adelanto de la sucesión presidencial que ya está generando rencillas internas, desatención del trabajo institucional y ya se verá si López Obrador puede mantener bien sujeto ese proceso o eventualmente va acelerándose y genera disfuncionalidades en el propio equipo de trabajo.
Por lo pronto, ya se tiene a Claudia Sheinbaum acudiendo a actos propios de la Ciudad de México entre gritos de ‘presidenta, presidenta’, y ya se le vio acompañando en Chiapas al presidente de la República. Marcelo Ebrard por su parte, se observa cotidianamente en un ejercicio muy abierto, muy explícito. Ya lo he escrito anteriormente, Marcelo es la opción eficaz pero no confiable para López Obrador, y Claudia Sheinbaum es la opción confiable pero no eficaz, porque me parece que Sheimbaum aún no ha tenido la posibilidad de mostrar credenciales políticas fuertes, está totalmente decidida a navegar en las aguas del acomodo bajo la sombrilla del presidente de la República.
La viabilidad de Claudia Sheinbaum es la disciplina absoluta, el no moverse, el no decir nada, el aceptar si el semáforo está en amarillo o en rojo o si la decisión iba en un sentido o en otro, no importa, hay que cumplir lo que quiere el presidente, y en ese esquema de obediencia es en el cual ella está fincando su posible candidatura. Y Marcelo Ebrard sabe que en su trayecto crecerá hasta que en su camino se atraviese la Línea 12 del metro, es decir, Marcelo siempre tendrá el expediente de la Línea 12 del metro para ser utilizado por quien lo quiera utilizar para frenar o para obstruir una intención que hubiera de un acto político distante a lo que decida Palacio Nacional.
No es tan sencillo el tema de las personalidades, Marcelo el eficaz, el vicepresidente civil, el vicepresidente militar es Luis Crescencio Sandoval; en ellos dos descansa la operatividad real del gabinete, del equipo de trabajo del presidente. Pero la pelea entre Sheinbaum y Ebrard no puede explicarse solo por sus personalidades, en el fondo provienen de la lucha entre dos misiones a futuro.
Habría que preguntarse ¿cuál será la opción de López Obrador?, un Marcelo Ebrard que tiene el beneplácito de grupos de Estados Unidos, grupos empresariales, grupos priistas, es decir, eficaz en el mantenimiento del sistema, o Claudia Sheinbaum, que encarna hoy lo que llaman el grupo de los puros, el grupo más cercano a la doctrina y a los compromisos de la 4T y en torno a ella se emplean los principales personajes más radicales o más cercanos a dicha doctrina.
En esta búsqueda de la eficacia o la lealtad, la izquierda o la derecha, la política del péndulo primero a la izquierda y luego a la derecha o bien la continuidad de la izquierda izquierda, o como llamemos a lo que ejerce el presidente López Obrador, creo que va a estar el futuro de esta sucesión presidencial.
RICARDO MONREAL Y ADÁN AUGUSTO LÓPEZ
Monreal es un hombre que desde 2018 quedó tocado por su oposición rigurosa a la candidatura mediante el peculiarísimo sistema de las encuestas que nadie ve y que solo se declara a un ganador y se acabó. Aquí empezó el choque entre Monreal y López Obrador. Monreal creo que no tiene la base social ni el carisma para generar un movimiento social de apoyo, pero tiene muchas relaciones de élite y que sí podrían ofrecerle una candidatura e incluso podría ser el candidato de una coalición opositora.
Adán Augusto, por el simple hecho de ostentar el cargo que se le ha confiado se le entregó en automático la posibilidad de ser candidato presidencial. Me parece que no tiene ni carisma ni gran oficio político ni una gran presencia, pero ahí está como una opción de extrema lealtad al actual presidente de la República.
CANDIDATOS DE OPOSICIÓN
En el PAN no se ve a ningún candidato importante; en la 4T están prendiendo veladoras para que siga como dirigente Marco Cortés porque consideran que es alguien que no tiene grandes dotes para un liderazgo fuerte. El PRD es un actual fideicomiso de liquidación. El PRI, vive pugnas entre grupos internos y hay quienes hablan de que Alejandro Murat podría ser candidato a la presidencia impulsado por su padre y en acuerdo con Palacio Nacional donde tiene una gran cercanía. Hay otras opciones, ustedes sabrán más que yo, una de ellas sería el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramirez.
EL PRIMOR Y LA LUCHA ANTICORRUPCIÓN
En la política mexicana siempre ha habido “el tapado”. López Obrador ha sido la excepción en ese sentido con tres campañas presidenciales, la última, con mucho contacto con el Peñismo que desde mi punto de vista facilitaron una especie de transición de terciopelo. Enrique Peña Nieto le regaló a López Obrador los últimos meses de su administración; 48 horas después de la elección histórica en la que ganó el tabasqueño, ya estaba López Obrador en Palacio Nacional platicando en la mañana con Enrique Peña y a partir de ahí no soltó el control de la agenda política y el control frente a un Peña Nieto que se hizo a un lado. Hubo un pacto ahí, lo que se dice el PRIMOR, eso explica que hasta ahora la lucha contra la corrupción en México haya quedado en niveles muy inferiores a lo que se prometió y a lo que esperaríamos los mexicanos en estos tres años. Nadie de relevancia política está en la cárcel salvo el caso de Rosario Robles que tiene matices de los pleitos internos de la izquierda.
A LA MITAD DEL CAMINO
A tres años de que termine el mandato obradorista que culminará en septiembre de 2024, y estando a la mitad del camino, como lleva por nombre el nuevo libro del presidente López Obrador, ya no se puede tanto recurrir a echar la culpa al pasado y recordar lo que puede ser muy cierto, que el enorme daño que se le hizo al país en materia de corrupción, de una excesiva protección y ayuda a los grandes empresarios ya no puede servir como la permanente explicación o justificación a que no se den las cosas adecuadamente. Hoy en México lo que se tiene es un creciente predominio del crimen organizado que no ha podido ser enfrentado con una política eficaz y que mantiene a amplios segmentos de la población mexicana, a muchas ciudades, a muchas entidades, sujetas al predominio de esos poderes criminales.
Por otra parte, si bien se ha destinado una enorme cantidad de recursos económicos para atención política, social, clientelar de los segmentos más desfavorecidos de la nación, eso no ha significado un cambio en la manera de poder generar riqueza y distribuirla, es decir, entregar dinero solamente a los sectores más desvalidos no necesariamente es un cambio en la manera de gobernar y de desafiar la economía.
LA CUARTA TRANSFORMACIÓN
Desde mi punto de vista es una formula desafortunada la denominada Cuarta Transformación, porque ninguna gran transformación puede ser declarada de antemano, sino mucho tiempo después de que los actores políticos dejaron el poder y entonces se puede analizar. La Cuarta Transformación es simplemente una eficaz etiqueta de propaganda.
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