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EXTREMISMO

Los talibanes controlan ya la capital de Afganistán, Kabul. Tras la huida del presidente el pasado domingo, la bandera del Emirato Islámico de Afganistán puede verse en lo alto del palacio presidencial. Miles de afganos tratan de huir con las pocas pertenencias que pueden atesorar y es que, aunque no se haya derramado sangre en la toma de la ciudad, se teme que los fundamentalistas religiosos vuelvan a imponer su ley, la “Sharía”, con todas las consecuencias que esta tiene para la vida de los ciudadanos y, especialmente, para la vida de las mujeres y las niñas. 

Los líderes de los talibanes se han dirigido a los medios y aseguran que ellos se encargarán de «garantizar la seguridad de las vidas y propiedades». Aseguran que «no habrá venganza» y piden a la población «calma». No obstante, al menos cinco personas han perdido la vida tratando de huir en el aeropuerto de Kabul, en el cual han podido verse imágenes aterradoras de personas tratando de entrar en aviones para salir del país lo antes posible. 

Los afganos están despertando a una nueva normalidad sin saber qué es normal. 

A medida que el Talibán ha tomado el control de Afganistán, la gente comienza a ocupar nuevamente las calles, temerosos, con la incertidumbre de qué puede pasar bajo el nuevo régimen. 

En especial las mujeres viven la zozobra. Bajo la sharía, la ley islámica, hay duras consecuencias por cosas tan simples como dejarse ver en público con la cabeza descubierta. 

Los fundamentalistas islámicos ya controlan el país, y aunque la región del Valle de Panshir resiste al asalto, los talibanes ya han empezado a trazar lo que serían las directrices de su gobierno.  

El cambio de poder traería por tanto un profundo cambio para la población afgana. Se perderían derechos, especialmente en el caso de las mujeres y las niñas, pero nadie en la población estaría a salvo de las estrictas normas que aplicarían los talibanes, tampoco los hombres. 

Y es que la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA) ha avisado de las normas que pueden imponer los talibanes tanto a los hombres como las mujeres que vivan en territorios gobernados y controlados por los talibanes. Unas estrictas leyes que de no cumplirse conllevarían, advierten, castigos físicos e incluso podrían derivar en pena de muerte. Las más radicales normas a cumplir serían las siguientes: 

Prohibición de escuchar música, tanto hombres como mujeres. 

Prohibición de ver películas, televisión o vídeos. 

Prohibido celebrar el tradicional año nuevo, o Nowroz, el 21 de marzo. Los talibán afirman que se trata de una fiesta comunista. 

No se puede celebrar el día del trabajo, el 1 de mayo. De nuevo, afirma que es una fiesta comunista. 

Todas aquellas personas que tengan nombres no islámicos deberán cambiarlos por otros islámicos. 

Se imponen cortes de pelo forzosos para todos los jóvenes afganos. 

Los hombres deben llevar “ropa islámica” y deben cubrirse la cabeza. 

Los hombres no pueden afeitarse. La barba debe crecer lo suficiente como para sobresalir del puño si se agarra por debajo de la barbilla. 

Es obligatorio acudir a la mezquita cinco veces al día para rezar. 

No se pueden criar palomas, tampoco jugar con pájaros. Son considerados antiislámicos. Los infractores serán encarcelados y los pájaros sacrificados. 

Ni hombres ni mujeres podrán volar cometas, ni otros juegos considerados antiislámicos. 

Los asistentes a espectáculos deportivos sólo podrán hacer cánticos de ‘Allah-o-Akbar’ (‘Allah es grande’) y no podrán aplaudir las jugadas o a los jugadores. 

No se podrá poseer literatura considerada “cuestionable”. En ese caso será ejecutado. 

Cualquier persona que cambie de religión será ejecutado. 

Los hombres que estudien deberán taparse la cabeza con un turbante. 

La población no musulmana, minoritaria, deberá distinguirse con una insignia o coser una tela amarilla en su vestimenta. 

Se prohíbe el uso de internet tanto para los afganos como para los extranjeros. 

Estas estrictas normas, en caso de finalmente llevarse a cabo, deberán seguirlas toda la población, por mucho que los líderes talibanes estén dando una imagen de moderación y aperturismo al mundo.  

Pero es que además, las leyes se pueden intensificar aún más contra las mujeres. Tal y como ha denunciado la RAWA a las mujeres se les puede prohibir trabajar, la educación, salir de casa sin un hombre y se les obligaría a llevar el burka para no mostrar su cara en público.  

Los talibanes han indicado que respetarán los derechos de las mujeres y niñas, algo que la RAWA no se cree y ha puesto en duda. 

Hace años, hubo una vida mejor. Una vida casi normal, con museos abiertos, mujeres en la Universidad, hombres con gabardina occidental paseando por las calles y sonriendo sin miedo a las cámaras que filmaban un momento de la vida. Una vida sencilla. Desde hace décadas las guerras, las ocupaciones, los diferentes gobiernos impuestos, han modificado la vida en Afganistán. A todos los niveles. 

Los años ’70 en Kabul tienen ciertas similitudes con una vida en la calle constante, hombres apostados en los muros pasando la mañana, como cualquier ciudad. Puestos callejeros donde se vende comida, como cualquier ciudad; seguridad en las calles, aunque en esta ocasión sin armas de guerra, tampoco sus ciudadanos. ¿Y las mujeres? La gran mayoría en casa, cuidando de los niños, cuidando el hogar, preparando la comida. Nada que extrañe si pensamos en cualquier país en los años ’70. ¿Había burkas? Sí, pero era lo extraordinario. ¿Las niñas ayudaban a sus padres y familiares a intentar vender en sus puestos callejeros? Sí, como toda la vida se ha hecho incluso en occidente, donde los niños aprendían desde pequeños el oficio de los padres, especialmente en las zonas rurales, y también en las grandes ciudades. Y sí, había mujeres extranjeras que vestían absolutamente como querían. Es decir, había la añorada libertad que hoy ha sido secuestrada por el extremo sin razón que a fuerza de miedo y terror impone ideas y creencias, secuestrando la voluntad y vulnerando uno de los más elementales derechos que todos los seres humanos deberíamos ejercer sin restricción alguna, la libertad, y que solo pudiera ser acotada cuando ese derecho transgreda el derecho a la libertad de otro. 

opinion.salcosga@hotmail.com 

@salvadorcosio1 

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