mañanera claudia sheinbaum

Hojas de ruta para una ciudadanía libre: Visión y Futuro

“Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas”, Milton Friedman.

VISIÓN Y FUTURO.

La visión que una sociedad tiene acerca de su naturaleza y futuro, parecen ser determinantes para lograr transformaciones rápidas de su realidad. La resiliencia como característica de una sociedad, se adquiere a partir de la visión acerca de su origen y destino como comunidad.

Los pueblos que se perciben a sí mismos como dignos de una historia escrita por sí mismos, que no permiten que el azar sea quien determine su fortuna, sino que están convencidos de que con su esfuerzo pueden construir un destino satisfactorio, logran altos grados de resiliencia que se pueden palpar ante el análisis de la historia contemporánea.

Después de la segunda guerra mundial, Alemania y Japón, países derrotados en la conflagración internacional que se había desatado, se encontraban reducidos, ambos, virtualmente a cenizas.

¿Qué característica de su población destacaba en común entre ambas poblaciones, que pudieran explicar las razones que les permitieron en un tiempo relativamente corto, salir de su situación de postración post derrota y convertirse en motores de la economía mundial?

Japón: después de la guerra perdió sus posesiones imperiales de ultramar, la perdida poblacional fue grande durante el conflicto armado, además de perder más de 200 mil habitantes con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, el país quedó ocupado y administrado por los Estados Unidos, concentrando todo el poder en el General Douglas MacArthur.

Alemania por su parte perdió millones de soldados y civiles, los bombardeos a sus poblaciones fueron frecuentes y mortíferos. Después de la guerra Alemania quedó dividida en cuatro zonas de ocupación, gestionadas por cada una por las potencias vencedoras: la estadounidense, la inglesa, la francesa y la soviética. Posteriormente las tres primeras formaron la República Federal de Alemania (RFA) y quedo dividida en dos estados.

En 1945, la industria se encontraba desplomada y el comercio también se había reducido a su mínima expresión, no había para comer.

El milagro económico alemán “Wirstschaftswunder”, transformó a Alemania Occidental en la segunda potencia económica mundial en 1950. Por cierto, el país todavía paga indemnizaciones a las víctimas del Holocausto.

Alemania inicio su recuperación en cinco años, mientras Japón, a partir de 1955 inicio un acelerado crecimiento y para 1968, 23 años después, se convirtió en la segunda economía más grande del mundo después de Estados Unidos, su economía mantuvo un crecimiento promedio de hasta un nueve por ciento anual entre 1955 y 1973.

De las cenizas como ave fénix resurgieron ambas naciones para convertirse en motores de la economía mundial, ambos países han tenido en común la percepción de su población de que son capaces de enfrentar las mayores dificultades y salir adelante, su población es laboriosa y orgullosa de su dignidad, que no acepta vivir de dádivas, sino que su filosofía común es que el sustento se obtiene mediante el esfuerzo y el mérito personal.

El secreto de su resiliencia y entrega al esfuerzo, radica en su dignidad personal, que encuentra en el mérito propio, la reafirmación de su ser, que rechaza convertirse en una carga para la familia, o para el Estado, pues funda su dignidad en contribuir con su propio esfuerzo a construir la colectividad, a la cual le enorgullece pertenecer, como ente activo.

En México, por el contrario, se vive una cultura del poco esfuerzo, incluso las narrativas de la historia oficial, enaltecen gestas derrotistas, como es el caso de los denominados “Niños Héroes”, de manera remarcada se omite la posibilidad de enorgullecerse del origen mestizo de nuestra sociedad y se considera que solo existe lugar si se mantiene la pureza indígena  como una carga emocional de rechazo a la otra mitad de sangre y se rechaza la ascendencia no indígena que pudiera correr por nuestras venas, la que se considera un estigma, desde la ideología oficialista.

La filosofía interna de la población mexicana se asume derrotista, ya que está fundada en los mitos del perdedor, el hijo “de la chingada” (se asume como fruto de una violación a manos del español conquistador) en fin, una serie de mitos que nuestra historia viene narrando en donde siempre se presenta el mexicano como “mexicano enano”, como un ratoncito que nunca es capaz de salir adelante por sí mismo, que no se esfuerza, que miente y que roba y que no pasa de ser un pelado, con el cual el pueblo se ha sentido identificado, pues se siente perdedor.

Existe toda una serie de películas y de proyectos de series televisivas, encaminados a hacernos ver como un país corrupto de personas irresponsables que no salen adelante y eso viene entorpeciendo la mira hacia un autorespeto y dignidad de la sociedad mexicana, que pudiera encaminarse a la autonomía, autogestión y merito, que le permitan pasar a la mayoría de edad y volverse resiliente y capaz.

La visión de dignidad y el énfasis en la autonomía, hicieron posible que los pueblos de Japón y Alemania pudieran salir de los atrasos después de la Segunda Guerra Mundial.

En contraparte, la política asistencialista que se viene desarrollando en México, desde hace muchas décadas, pero de manera excesiva en la administración actual, viene desincentivando el esfuerzo y el mérito entre la población.

Se desincentiva la búsqueda de trabajo y el valerse de los propios medios, y traslada la responsabilidad de la acción hacia el Estado.

Lo anterior significa que el individuo empieza por considerar indigno el realizar algún esfuerzo por mejorar su vida y su entorno con el esfuerzo de su propio mérito y, coloca en el Estado la obligación de proveer para su bienestar.

La población poco a poco se olvida de metas y planes a futuro y desarrolla una visión cortoplacista que se limita a satisfacer sus más elementales necesidades, a través de la dádiva que periódicamente el Estado asistencialista le proporciona.

Los subsidios asistencialistas, en la medida que empieza a desaparecer la iniciativa individual y con ello la capacidad emprendedora de la población, se convierten en el elemento demandante de altos presupuestos por parte del Estado para destinarlos a esa población pasiva, que no genera impuestos, ni crea fuentes de empleo, propicia una disminución de la captación de recursos fiscales, razón por la cual el Estado  empieza a sustituir a la libre empresa y se empieza a tornar en un Estado empresario.

Cuando el Estado empieza a crear empresas bajo su conducción, desaparece el incentivo de utilidad empresarial, genera empresas que pierden dinero y un campo propicio para la corrupción y la ineficiencia en la producción.

La continuada política en esta senda de estatización de la economía y reparto asistencial del presupuesto, en poco tiempo conducen a la bancarrota, que el Estado disfraza con acciones que buscan ampliar los servicios sociales más allá de los segmentos de población necesitados y vulnerables, para convertirlos en derechos constitucionales, para toda la población.

La necesidad de los individuos, se convierte en un instrumento de manipulación ideológica con fines electorales, pero no resuelven ninguna de las causas generadoras de pobreza y rezago social.

El actual gobierno pretende combatir la inseguridad y la violencia asociadas a grupos organizados, mediante el reparto de recursos económicos a la población, pretende el gobierno actual, que de esta manera la población se alejará de participar en esos grupos, sin embargo, esta política asocia la pobreza con la criminalidad y la inseguridad, con lo cual falla en el diagnóstico de las causas y en la estrategia para combatir los efectos.

La política asistencialista así establecida, sin atender las causas generadoras del rezago social y la pobreza de las poblaciones, solamente logran reproducir la pobreza, a la par que retira el incentivo del esfuerzo y del mérito para obtener el propio sustento con dignidad, se pierde la autonomía y autogestión del individuo.

La política actual, de no cambiar el rumbo, va a crear en mediano plazo, una creciente depauperización de la población, al grado de convertirla en una carga insostenible para las finanzas públicas, sin detonar desarrollo ni abatir los índices de pobreza, sino todo lo contrario.

El enfoque correcto será transitar a una asistencia social, que promueva el desarrollo y detone el emprendedurismo, mediante proyectos sostenibles que procedan de la iniciativa de las poblaciones objetivo.

El enfoque correcto es aumentar la dignidad para obtener el sustento y no disminuirla como sucede actualmente; con esa sociedad victimizada que se viene construyendo con narrativas de supuestas ofensas, agravios y dolores que perpetúan la falta de autonomía y autogestión de la sociedad mexicana, que solo aspira a que el gobierno le resuelva su necesidad inmediata, perpetuando la imagen del ratoncito mexicano enano y derrotado anticipadamente y condenado a vivir de la dadiva.

¡Levántate mexicano, asume el reto del futuro con dignidad y, no aceptes vivir arrodillado, esperando la dadiva del gobierno, solo con esfuerzo propio saldremos adelante! ¡Rechaza el ser dependiente y libérate!

¡Hasta la próxima! Y muchas gracias por sus comentarios.

Contacto: eduardomtrujillo59@gmail.com

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