Entidades federativas que fueron afectadas por lluvias, inundaciones, sismos, incendios, y huracanes, entre otras inclemencias, han quedado en el limbo tras haberse declarado oficialmente la muerte del FONDEN (Fondo de Desastres Naturales), según decreto del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ejecutado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), y oficializado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el pasado miércoles 28 de julio. Priva la incertidumbre en muchos estados del país, pues ignoran si les continuarán llegando recursos para la reconstrucción de obras, aunque ya hay quejas de que los pagos fueron suspendidos.
Tras la publicación en el DOF, se dejó sin efecto el acuerdo por el cual se emitieron las reglas generales del Fonden y sus modificaciones, así como los lineamientos y disposiciones que surgieron del mismo mecanismo.
El acuerdo publicado en el DOF también refiere que los convenios suscritos por Hacienda y la Secretaría de Seguridad con los estados en relación al Fondo de Desastres Naturales, continuarán vigentes mientras no se suscriban los instrumentos jurídicos que los sustituyan.
La SHCP detalla que los programas de obras y acciones autorizados e iniciados previamente a la entrada en vigor del acuerdo de abrogación, concluirán conforme a lo planeado y su ejecución será responsabilidad de las dependencias y entidades correspondientes.
La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana será la encargada de realizar los trámites requeridos en el ámbito de su competencia.
El Fonden era un instrumento financiero, dentro del Sistema Nacional de Protección Civil, del que salían los recursos para enfrentar emergencias que, al ser consecuencia de los efectos de la naturaleza, no se pueden presupuestar.
Con el Fonden se activaban recursos económicos en las entidades afectadas por ciclones, huracanes, sismos y cualquier fenómeno natural, y se podían acceder a los recursos al poco tiempo de que fueron afectadas.
El dinero, que provenía de todos los mexicanos, servía para tener recursos inmediatos para la reparación de infraestructura y de los bienes de las personas afectadas por desastres naturales. Los recursos los manejaba el gobierno federal a través de la Secretaría de Hacienda y de Gobernación.
El Poder Ejecutivo Federal, emitió reglas de operación en los años de 2010 y 2017, publicadas en el Diario Oficial de la Federación. Si bien bastante burocráticas para acceder a esos recursos, al menos existía orden en el manejo de las finanzas que, según AMLO, eran manejadas fraudulentamente, acusación que nunca demostró.
“¿Por qué vamos a desaparecerlo? Porque hay elementos suficientes para sostener que era una especie de caja chica; bueno, ni tan chica para funcionarios que compraban de todo son licitar. Miles de millones de pesos en catres, láminas de zinc, en todo, a precios elevadísimos, hay gente que vivía de venderle a Gobernación, que hacían buenos negocios”, expresó el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, el 7 de octubre del 2020 cuando defendió la desaparición de los fideicomisos.
Ese mismo día, al defender su propuesta para desaparecer 109 fondos y fideicomisos, incluido el Fondo Nacional de Desastres Naturales, dijo que detrás de las resistencias a la eliminación por parte de la Cámara de Diputados había inconformidad porque se estaban afectando intereses creados, “se están tocando intereses personales o de grupo”, pero aclaró que su función era administrar y cuidar el presupuesto público que es dinero de los mexicanos.
Hay que recordar que la propuesta de eliminar los fondos y fideicomisos fue una promesa de López Obrador cuando ofreció un discurso en el Zócalo de la Ciudad de México, luego de tomar protesta ante el Congreso de la Unión.
Aquel día defendió su propuesta e insistió en que, aunque los fondos y fideicomisos desaparezcan, los beneficiarios no se quedarían sin los recursos.
“No quiere decir que se va a dejar de atender a la gente, lo que no queremos es la corrupción”, comentó.
En el caso del Fonden, aclaró que cuando se presentase un desastre natural, como sucedió con el huracán Delta, las secretarías correspondientes se encargarían de dar los apoyos para la reconstrucción y la atención de los afectados.
“Nosotros tenemos que apoyar a damnificados. ¿Cómo le vamos a hacer? Para eso está la Secretaría de Hacienda, la Secretaría de Bienestar, para eso está la dirección de Protección Civil, para eso está la Secretaría de Marina, el plan DNIII”, expuso.
Ese día un poco más tarde, la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional (GOAN) señaló que la desaparición de fideicomisos como el Fonden era un “desatino más” del gobierno federal.
El 26 de mayo de este año, el presidente López Obrador, detalló que para la compra de la refinería de Deer Park en Texas, se usarían recursos del Banco Nacional de Obras y Servicios (Banobras) y del Fondo Nacional para Desastres (FONDEN).
En conferencia de prensa, el mandatario dijo que se destinarían 30 mil millones de pesos de Banobras y 7 mil millones del FONDEN. “Hay 17 mil mdp que se conservaron para el FONDEN, de esos ya se comprometieron 10 mil mdp por las inundaciones en Veracruz y Tabasco, pero los 30 mil mdp de Banobras están ahí y se entregan a Pemex. Con ese dinero se paga la refinería y se inicia la construcción de una planta coquizadora en Tula”, añadió.
Resulta claro que el presidente solo quería engullir esos recursos públicos, los esbirros de su partido en la Legislatura Federal, lo aprobaron.
Como bien lo señala Héctor Parra en Códice Informativo, ha terminado la vida jurídica y administrativa del Fondo de Desastres Naturales, del Fondo de Prevención de Desastres Naturales y otros. Aunque el gobierno de AMLO ya disponía de los miles de millones de los fondos de los Fideicomisos, pues hay que recordar que para el Presupuesto de Egresos de la Federación del año 2020, Andrés Manuel dispuso discrecionalmente de casi 9 mil millones de pesos, y para este ejercicio fiscal se sumó otra cantidad semejante. Cerca de 20 mil millones de pesos se embolsó del FONDEN el presidente de la República en los dos últimos años. Sin límites su ambición por el control del dinero público, como en los mejores tiempos del arrasador presidencialismo. No hay dinero que le alcance.
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