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BIDEN EN PLENA LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS

No dejan de sorprender los números alcanzados en el proceso de vacunación contra la COVID-19 que se desahoga en el país vecino del norte, donde este lunes, aunque con un mes de demora, se consiguió la meta que se puso el presidente Joe Biden, de administrar al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus al 70% de la población adulta, lo que habla de un contundente éxito en este proceso que les ha permitido por ejemplo, abrir estadios a su máxima capacidad y amainar protocolos sanitarios, aunque como en todo el mundo, la tercera ola está haciendo estragos y se ha vuelto a hacer llamados a mantener los debidos cuidados y principalmente a que quienes por algún motivo se han resistido a ser inoculados acudan a hacerlo de inmediato, para lo cual incluso se han ofrecido estímulos monetarios.

La caída de las tasas de inoculación, particularmente en las regiones políticamente conservadoras del sur y el centro oeste del país, así como entre los más jóvenes, personas con ingresos más bajos y minorías raciales, llevó a que no se lograra la meta en el tiempo estimado por el mandatario estadounidense y que era el 4 de julio, Día de la Independencia, según una publicación de la agencia de noticias AFP.

De acuerdo con el sitio web de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el 60,6% de los adultos y el 49,7% de la población total han sido vacunados por completo.

Pero el ya señalado retraso, combinado con la propagación de la variante Delta, mucho más contagiosa que el resto de cepas, ha provocado que el número medio de casos diarios se dispare hasta superar los 70.000 contagios. Una media de 6.200 pacientes es hospitalizada diariamente por Covid-19, y más de 300 personas mueren por esta enfermedad.

“Estos casos se concentran en las comunidades con menores tasas de vacunación”, dijo a la prensa Jeff Zients, coordinador de la Casa Blanca para la pandemia.

“Uno de cada tres casos en todo el país se ha registrado en Florida y Texas en la última semana”, dijo.

Biden, ha anunciado nuevas medidas para incrementar la vacunación contra el COVID-19 entre los empleados federales y alentar a más estadounidenses a inocularse. Aquí los puntos clave que ya ha dado a conocer:

1) Los empleados federales tendrán que dar fe de su estatus de vacunación.

2) Los que no estén totalmente vacunados tendrán que portar una mascarilla en el trabajo, guardar distancia física de otros trabajadores y visitantes, someterse a pruebas diagnósticas de COVID-19 en forma regular y enfrentar restricciones a los viajes oficiales.

3) El requisito para declarar cuál es su estatus de vacunación también es aplicable a los empleados de contratistas federales que laboran en instalaciones del gobierno. La Casa Blanca está elaborando un plan para extender los requisitos de inoculación a todos los empleados de contratistas.

4) Biden le ordenó al Pentágono que examine cómo y cuándo añadirá las inyecciones contra el COVID-19 a la lista de vacunas requeridas para los miembros de las fuerzas armadas.

5) Se alienta a los gobiernos estatales y locales a que ofrezcan recompensas de 100 dólares para que la gente se vacune. Ese programa puede financiarse con fondos del proyecto de ley de Biden para apoyar a la población afectada por el COVID-19.

6) Los negocios pequeños y medianos pueden obtener reembolsos completos por ofrecerles tiempo libre a los empleados para que acudan a vacunarse.

7) Se está alentando a los distritos escolares a que patrocinen clínicas de vacunación temporales.

Hay que recordar que antes, el presidente de origen demócrata, con toda oportunidad, habría tomado medidas para asegurar las vacunas para toda su población y más.

1. Acuerdos previos con 3 vacunas “made in USA”

Estados Unidos cuenta con la ventaja de haber aprobado tres vacunas que se producen en el país. En diciembre, se dio luz verde a las de Pfizer y Moderna, que requieren dos dosis, y en febrero la de dosis única de Johnson&Johnson.

Y eso facilitó también los acuerdos con el gobierno. La administración de Donald Trump, entonces presidente, compró a final del año pasado millones de dosis antes incluso de que las vacunas de Moderna y Pfizer fueran aprobadas. Ese adelanto hizo que una vez que recibieron la aprobación de las autoridades sanitarias, se aceleraran los procesos de distribución y que las farmacéuticas se dedicaran casi por entero a la producción de virales para su uso en Estados Unidos.

Moderna y Pfizer empezaron a fabricarlas antes de que terminaran los ensayos clínicos.

Con lo que se llamó “Operación Warp Speed”, el gobierno de Trump trabajó de forma conjunta con diversas compañías para desarrollar vacunas que aún estaban en proceso de ensayo con el fin de acortar tiempos de producción y distribución si finalmente funcionaban.

2. El efecto Biden

Aunque el líder demócrata aprovechó en parte lo hecho por el gobierno de Trump, puso la vacunación masiva del país como meta principal en su agenda.

La idea era frenar lo más rápido posible los casos y las muertes, y poder así reactivar la economía.

El país puso 150 millones de vacunas en sus primeros 75 días de gobierno. Su meta inicial habían sido 100 millones en 100 días.

Según los datos de los CDC, hasta el lunes 5 de abril, 107,5 millones de personas habían recibido al menos una dosis, incluyendo a 62,4 millones con la inyección única de Johnson& Johnson y las dos de Pfizer-BioNTech o de Moderna.

A comienzos de marzo, Biden logró un triunfo político al anunciar el acuerdo entre Johnson&Johnson y su rival Merck, el segundo productor de vacunas del mundo que ahora fabrica la de su contrincante tras fracasar en su intento de tener su propio vial.

Originalmente el contrato de Johnson&Johnson por US$1.000 millones negociado el año pasado por el gobierno de Trump decía que la firma suministraría suficientes dosis para 87 millones de estadounidenses para final de mayo, lo que unido a las otras dos vacunas supondría para entonces que habría vacunas para todos los adultos del país.

Pero Johnson&Johnson no cumplió con las expectativas, lo que llevó a la Casa Blanca a intervenir. De ahí el acuerdo con Merck, que por ello recibirá financiación del gobierno.

“Este es el tipo de colaboración entre empresas que vimos en la Segunda Guerra Mundial”, comparó Biden.

El gobierno empezó a trabajar con Johnson&Johnson poniendo a disposición de la compañía un equipo de expertos para monitorear la producción y el apoyo logístico del Departamento de Defensa.

Además, el presidente invocó una ley de la era de la Guerra de Corea para dar a la compañía acceso a los suministros necesarios para hacer y empaquetar vacunas.

Mientras Trump confió el plan a los estados, Biden tomó el control desde Washington para que la vacunación fuera realmente masiva, y se centró en la compra de suficientes dosis no sólo para centros de atención, los primeros en recibir las vacunas, sino para que llegaran cuanto antes a toda la población.

3. Más vacunas y cada vez en más sitios

Una de las claves es que las vacunas están disponibles en muchas partes.

Para ello hay dos aspectos básicos: la producción y la distribución.

En cuanto a la producción, los fabricantes de vacunas ponen cada vez más dosis a disposición de las autoridades.

Tras un inicio lento, Pfizer y Moderna han ganado experiencia y aumentado la producción haciendo incluso ellos mismos productos que necesitaban.

Pfizer, por ejemplo, recicla un filtro especial que requería en el proceso de producción, y Moderna recortó el tiempo de inspección y de empaquetado de los virales.

Según dijo Moderna al diario The Wall Street Journal, la firma necesitó tres meses para producir los primeros 20 millones de dosis y ahora está logrando 40 millones en un solo mes para Estados Unidos.

Pfizer pasó de producir cinco millones de vacunas semanales a 13 ahora.

Y Johnson&Johnson está cooperando con Merck para incrementar su producción.

En marzo, la firma de análisis Evercore estimó que los tres fabricantes alcanzaron los 132 millones de vacunas, el triple respecto a febrero.

En cuanto a la distribución, el gobierno federal tiene casi 30 megacentros de vacunación masiva en todo el país gestionados por la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), además de los que gestiona cada estado.

Miles de soldados están dando apoyo adicional en este tipo de instalaciones.

Pero también se puede acudir a centros médicos, farmacias y hasta supermercados para recibir la dosis.

Está visto que Biden no está dispuesto a perder la batalla y sigue dando la pelea al coronavirus y la COVID-19.

Opinion.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1

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