En materia de igualdad de hombres y mujeres, hemos conocido grandes cambios en la esfera política. Las mujeres ya pueden y deben acceder a los espacios de representación popular y en general de la administración pública. Se han modificado diversos instrumentos jurídicos que dan sustento al acceso de las mujeres a toda la esfera pública.
No obstante, ni por asomo puede cantarse victoria en la materia. Hay mucho tramo que recorrer. Se ha logrado avanzar en ciertos planos, pero en el ámbito de la vida cotidiana, la mujer aún debe afrontar serias complicaciones, restricciones a su desarrollo pleno. Los avances son lentos y no son parejos.
Los cambios para que la mujer acceda a los cargos públicos son absolutamente aceptables, necesarios, impostergables. Las mujeres ya pueden ser Senadoras, Diputadas locales o federales, Magistradas, Ministras, Presidentas de México, alcaldesas, regidoras. La Constitución Federal así lo dispone y esta se coloca por encima de cualquier otra disposición; no hay freno alguno, dado que el ordenamiento es de aplicación directa.
Lo que vemos en la actualidad no es producto de la generación espontánea. Es una larga historia. Conviene un breve recuento en Nayarit. Es un repaso por los nombres de mujeres que construyen la sociedad paritaria. Ahí están, en la oficina, en el campo, en el mercado, en el aula, en todos los ámbitos de la vida social.
Las mujeres no tienen, hasta la fecha, piso igual, pero han logrado romper, al menos parcialmente, con las inercias de la sociedad patriarcal. Las mujeres han aportado a la construcción de la sociedad paritaria, en la que hombres y mujeres sean tratados igual. En la vida cotidiana es donde las mujeres construyen la sociedad que desean los espíritus libres.
En Nayarit, esa lucha constante y tenaz de hombres y mujeres por la igualdad de hombres y mujeres, ha tenido protagonistas destacadas y altamente estimadas por la sociedad. No obstante, es realmente poco lo que se ha ponderado de su trabajo. Procede pues, que aquí hagamos un brevísimo recuento empezando por una leyenda llamada Aurora Palacios.
El estado de Baja California se erige como tal el 16 de enero de 1952, siendo Presidente Miguel Alemán Valdés. Ese año se realizan elecciones federales en las que asume la Presidencia de México Adolfo Ruiz Cortines. Por esa entidad se elige a Braulio Maldonado Sandez como diputado por ese lugar en los términos en los que se elegía (conforme a su indicador demográfico) a un legislador federal por un Territorio (solamente un escaño).
El decreto es firmado, entre otros, por los Senadores Candelario Miramontes Briseño, José Limón Guzmán, así como por los diputados federales Emilio González y Francisco García Montero. Todos ellos llegaron a ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo de Nayarit: Candelario Miramontes de 1942 a 1945, Limón Guzmán de 1952 a 1957, García Montero de 1958 a 1963 y Emilio González de 1981 a 1987. El eje político era Gilberto Flores Muñoz (Gobernador de Nayarit de 1946 a 1951).
Es por eso que Maldonado Sandez inicia funciones parlamentarias en septiembre de 1952. Más adelante, en 1954, se verifica una elección federal extraordinaria para elegir a otro diputado federal por aquella flamante entidad federativa. De esta manera se cumplía puntualmente con la disposición constitucional plasmada en el artículo 52 que prescribía: “en ningún caso la representación de un Estado será menor de dos diputados”.
En esos comicios extraordinarios obtiene mayoría de votos la nayarita originaria de Tecuala, Aurora Jiménez. Lleva la representación del naciente estado de Baja California. La joven diputada (tenía apenas 29 años) ejerce el cargo por apenas un año que es el tiempo que restaba a la XLII Legislatura. Ella fallece en 1958, teniendo 32 años, pero habiendo dejado una huella imborrable.
Es hasta la XLIII legislatura, cuando cuatro mujeres logran ocupar sendos escaños por los periodos trienales completos: Marcelina Galindo Arce, María Guadalupe Urzúa, Remedios Albertina Ezeta y Margarita García Flores.
En esa misma Legislatura (XLII), la de Aurora Palacios, se integra Amado Ibarra como diputado por el estado de Sinaloa. Llega también por elección extraordinaria y también por un año, de 1954 a 1955. Lleva como suplente a una mujer: Andrea Mariscal Vda. de Vasconcelos.
Los derechos electorales habían sido reivindicados en 1953, mediante la reforma constitucional promulgada por el presidente Adolfo Ruiz Cortines. Asume el cargo en 1952, tras la instalación de la XLII Legislatura. Es por eso que Aurora Jiménez es diputada federal en funciones por un año solamente.
Vale mencionar que la reforma constitucional que reconoce derechos políticos de las mujeres (DOF, 17 de octubre de 1953), es firmada por los Senadores nayaritas Emilio M. González y Esteban Baca Calderón, así como por los dos diputados federales correspondientes por el estado, Juventino Espinoza Jr. y Bernardo M. de León.
Dicho de manera sintética: en 1952 se erige el estado de Baja California y se realizan elecciones presidenciales, así como de Senadores y diputados a la XLII Legislatura (1952-1955). En 1953 se reconoce el derecho al voto de las mujeres. En 1954 se elige en elección extraordinaria a la nayarita Aurora Palacios como diputada federal por Baja California, por el tiempo restante de la citada Legislatura.
En la siguiente Legislatura (XLIII, de 1955 a 1958), se elige por primera ocasión a cuatro mujeres para ejercer el cargo de diputadas federales por todo el trienio. Las cuatro mujeres representaron el 2.5% del total de los 160 escaños legislativos.
Por Nayarit, es hasta 1964 cuando por fin llega una mujer para ocupar el cargo de diputada federal. Se trata de una mujer extraordinaria: Marina Núñez Guzmán, llevando a Saturnino Guzmán Ismerio como suplente. Es la XLVI Legislatura. En estricto sentido, ella es la primera diputada federal en Nayarit.
Antes de eso ya habían estado algunas mujeres, presentes en la escena política. Una de ellas es Genoveva Suárez Vda. de Tarango (XLIV Legislatura). En la LII Legislatura aparecen los nombres de Bertha Jáuregui González y el de Anabella Sandoval Acosta, como suplentes de diputado. Al menos en el caso de Bertha Jáuregui, su presencia en la vida pública se mantuvo durante años y se le reconoció un enorme talento profesional. Todas ellas bien podrían haber ejercido el cargo como propietarias.
En 1988, en la LIV Legislatura integrada por primera vez por 500 diputados, se integra como diputada federal Olga López Castillo. Toda una hazaña la de haber logrado vencer resistencias a la presencia de una mujer en la esfera política.
Esa resistencia también ya la había superado Hilaria Domínguez Arvizu, diputada federal de 1976 a 1979, la L Legislatura federal, la de la reforma reyesheroliana. Ella luego se mantendrá presente en la escena política de manera tenaz y sobre todo, con un éxito que se debe medir por su capacidad para vencer una y otra vez la resistencia a la participación política de las mujeres. (Primera de dos partes).