“El pueblo estaba decidido a un cambio y ese cambio era MORENA”, aseguró el profesor Luis Michel el día de ayer en Guadalajara, al término del acto en el que recibió la constancia que lo acredita como presidente municipal electo de Puerto Vallarta.
Justo en el día en que cumplió 75 años de edad el conocido profesor vallartense recibió el regalo que tanto había deseado por décadas, la presidencia municipal de Puerto Vallarta, lo cual explica la enorme sonrisa que mostró durante todo el evento encabezado por la delegada de Morena en Jalisco, la polémica Yeidckol Polevnsky.
“Me siento muy contento de que hayamos ganado Puerto Vallarta, y más porque no fue fácil, finalmente lo logramos, el cambio era inminente porque teníamos un gobierno de 9 años que no quería soltar”, presumió ante la prensa el profesor Luis Michel.
Se entiende su euforia, cumplir finalmente el sueño de toda una vida no es para menos, pero alguien debe decirle al profe Michel que está terriblemente equivocado, o peor aún, profundamente engañado. Es verdad que el MC estaba muy desgastado tras nueve años en el poder, pero miente el profesor cuando presume que el pueblo vallartense quería el cambio con MORENA.
Los números no mienten: MORENA derrotó al MC con apenas 3 mil votos de diferencia, pero en conjunto, de los 93 mil votos válidos que hubo el pasado 6 de junio en Puerto Vallarta solamente el 32% fue para el candidato de MORENA, lo cual quiere decir que solamente 1 de cada tres vallartenses votó por el profe Luis Michel.
Más aún: en el 2018 la candidata Laurel Carrillo quedó en un sorpresivo segundo lugar con 29,247 votos, apenas 1,442 votos menos que los que obtuvo Luis Michel el pasado 6 de junio. Esto quiere decir que pese a la millonaria inversión que el gobierno federal has realizado en los últimos tres años, al menos en Puerto Vallarta no le ha servido de mucho al partido MORENA para ganar más simpatizantes.
Así que haría muy bien el profesor Michel en tener muy claro que en Puerto Vallarta MORENA no tiene una gran bolsa de votos, y si ganó la presidencia municipal fue debido a la fractura interna que sufrió el MC cuando se negó a postular como su candidato a Luis Munguía.
Para que quede más claro: de los 93 mil ciudadanos que votaron el 6 de junio, 62 mil lo hicieron por un partido que no era MORENA. Por supuesto que en la democracia gana el que tenga la mayoría así sea con un voto de ventaja, pero hay que estar claros que Luis Michel no llega a palacio municipal con el respaldo de la mayoría de la sociedad vallartense, sino todo lo contrario.
Con el debido respeto que el profesor se merece, estamos obligados a decir que si un burro hubiera sido el candidato de MORENA, un burro sería hoy el presidente electo de Puerto Vallarta. De ese tamaño es la lealtad del voto duro de MORENA, igualita o superior a la que por décadas mostraron los militantes del PRI, quienes presumían que “si un olote nos ponen de candidato, por un olote votamos”.
Está demostrado que las dificultades que Luis Michel enfrentó para ganar la alcaldía estuvieron al interior de su partido, primero para ganar la candidatura y posteriormente para mantenerse como candidato ante las decisiones del Instituto Electoral de negarle la candidatura y las impugnaciones de Carla Esparza para disputarle la candidatura por cuestión de género.
Está más que claro que hasta Pepe Martínez habría ganado la elección en caso de haber sido el candidato de MORENA, y a lo mejor habría sacado muchos más votos que el propio Michel, porque hasta Marina de los Santos hizo una mejor campaña que el profesor de 75 años. Así que haría bien don Luis en dejar de lado el triunfalismo y asumir la alcaldía con una enorme humildad, porque en Puerto Vallarta a muy pocos emocionó su triunfo, más allá de su pequeño círculo amistoso y familiar.
“Que no haya ilusos para que no haya desilusionados”, dijo en el siglo pasado uno de los mayores ideólogos del PAN, Manuel Gómez Morín, así que haremos bien en no esperar grandes cosas del próximo gobierno que arrancará en el primer minuto del 30 de octubre.
Por el contrario, mentalmente sería bueno que nos preparemos para una gran decepción, porque hasta el momento no hay indicadores que nos hagan pensar que estamos ante el arranque del mejor gobierno de la historia.
Porque nada bueno deberíamos esperar de un equipo de trabajo que lo único que ha demostrado en más de una década es una insaciable pasión por el poder. Salvador Llamas, el Maquiavelo zacatecano que hizo candidato a Luis Michel y lo sacó adelante a pesar de la mediocre campaña, se ha caracterizado por buscar en forma desesperada el poder en su estado natal, donde lo mismo fue candidato a alcalde que a gobernador por la vía del MC, sin olvidar su intento por ser diputado local por el Partido Verde.
Está claro que Luis Michel es un rehén político de Salvador Llamas, así que debemos prepararnos para presenciar y padecer una avalancha de fuereños que tomarán por asalto la nómina municipal durante los próximos tres años.
Por el otro lado tendremos la enorme presión de la parentela del propio Luis Michel que tanto dentro como fuera del ayuntamiento intentará hacer lo mismo que hacen todos los familiares del presidente en turno: tratar de amasar fortuna mediante el tráfico de influencias. Así que más bien hay que prepararnos para tener un gobierno más parecido al de El Mochilas, cuando inició la debacle actual del municipio.
Conociendo cómo se las gastan los morenistas a la hora de disputarse el poder, es muy posible que muy pronto veamos una rebatinga entre las diversas tribus que apoyaron a Michel, quienes se darán con todo a la hora de reclamar espacios en el próximo gobierno municipal.
“Haiga sido como haiga sido”, dijera otro ideólogo del PAN, el profe Luis Michel será el próximo presidente municipal de Puerto Vallarta, pero no deberá olvidar el escaso respaldo que tendrá de parte de la sociedad vallartense porque solamente una tercera parte votó por él.
Con un Congreso de mayoría emecista, el próximo ayuntamiento vallartense deberá esforzarse a fondo para gobernar de manera aceptable, de lo contrario los escenarios podrán ser terriblemente catastróficos, sobre todo porque los políticos de MORENA suelen someterse al ejercicio de revocación de mandato a la mitad de su gobierno.