Expresidente municipal de Acaponeta, doctor Saulo Alfonso Lora Aguilar, con el fin de conocer un poco más el lado humano del médico cirujano de profesión que nunca soñó con ser presidente, según sus propias palabras, pero que, sin embargo, logró por primera vez la alternancia política en un municipio que se había caracterizado por ser priista.
“Estando en el poder desarrollé muchos programas de apoyo para los pobladores de mi Acaponeta, en todos los rubros: infraestructura, apoyo deportivo, urbanización y apoyos enfocados a los que menos tienen”.
El exalcalde, que ya de algunos lustros atrás dejará de ser munícipe, platicó amablemente.
Saulo Alfonso Lora Aguilar nació el 30 de julio de 1967. Sus padres son Ernesto Lora Martínez y María Aguilar Fonseca, de quienes se expresa con entusiasmo, orgulloso de llevar el apellido Lora, apellido de origen francés, nos comenta. Con la sencillez que lo distingue, el exmunícipe nos abre las puertas de su corazón, sin ninguna presunción, habla de sus orígenes: “Nací afortunadamente en el seno de una familia, estamos muy orgullosos de llevar el apellido Lora, porque así se nos inculcó, como así se lo inculcó mi abuelo Miguel Lora a mi padre; mi abuelo era comerciante, vivían bien—según me contaron mis padres-, y ahí como que uno siente aires de alcurnia”, dice con una sonrisa que se dibuja en sus labios.
Para Saulo, el apellido tiene una gran trascendencia, pues explica que esto es bueno, claro, sin llevarlo más allá de la realidad, “es bueno porque eso te da el sentido de que tienes que cuidar tu nombre, que tienes que respetar esa herencia de tu apellido y cuidar la honorabilidad de éste. Y esto yo también se los inculco a mis hijos, porque eso les permitirá permanecer en el camino correcto, que sepan que tienen antecedentes que cuidar, porque yo el nombre de mi padre lo cuido”.
Es evidente que el que fuera munícipe de Acaponeta, a la fecha siente una gran devoción hacia sus padres, lo denotan sus palabras cada vez que se refiere a ellos. Dice que la humildad la heredó de su madre, doña María Aguilar Fonseca, porque ella misma se lo ha dicho: “Hijo, le ha comentado, tú tienes la gracia de caerles bien a los ricos y a los pobres, ¿sabes por qué?, porque el lado rico viene de tu padre y el lado humilde de mí, se conjugaron en ti los dos aspectos, estás mezclado, por eso tienes ‘aires’ para llevarte bien con cualquier rico y hasta con el más humilde de la sociedad. Esa es la visión de mi madre”.
Mueve las manos como para enfatizar lo que dice: “Yo veo que, en efecto, soy resultado de una madre humilde, trabajadora, de buenos sentimientos que me inculcó desde la infancia, al referirse a ésta expresa que fue una infancia muy alegre, humilde, pero muy contento con mi niñez; me encantaba jugar al trompo y a los canicas”, y lamenta que estos juegos ya poco se practiquen, porque los niños de ahora se la pasan pegados a los videojuegos, a las computadoras.
También recuerda su etapa de adolescente, relata que fue un muchacho normal como todos: “No fui parrandero, de hecho desde los quince años me fui a Guadalajara, Jalisco, a estudiar medicina. Mi juventud se concretó siempre al estudio y al trabajo, por eso no me quedaba tiempo para otras cosas”.
Evoca los valores que le infundieron sus maestros, sobre todo le enseñaron algo muy importante que nunca ha olvidado: “Nos decían a todos los estudiantes que nuestros estudios los pagaba el pueblo, por eso crecí con la idea de servir a la gente sobre todo a los que menos tienen de ahí la idea de hacer un poco de política”.