En noviembre de 2007, el cantante español Melendi acaparó las portadas de los periódicos a nivel internacional, pero no por su música, dice, sino porque fue detenido por la Guardia Civil tras provocar que un avión con destino a México tuviera que regresar a Madrid.
Ramón Melendi “mostró actitud agresiva, violenta y se hallaba en estado de embriaguez”, reportaron los medios de comunicación en aquel entonces. Doce años después, el artista define ese episodio como el más negativo en sus dos décadas de trayectoria.
“Fue un incidente en el avión. Discutí con el capitán y el avión se dio la vuelta. Se formó un lío tremendo, salimos en todas las televisiones del mundo, incluso en el New York Times, y no precisamente por hacer una canción bonita”, recordó entre risas.
“No me quedó más remedio que bajar, verme desde fuera, de cómo le contestaba a la prensa y me di cuenta que ese no era yo. Entonces, fui recordando cuál era mi esencia. Entendí que ese personaje me lo había construido por miedo y que debía desaprenderlo para volver a ser quién era, lo cual fue muy difícil”.
El Melendi al que se refiere, es el del ayer, el niño hipersensible y sobreprotegido por su madre que se convirtió en macarra. “Porque somos lo que creemos que somos”, aseguró.
“Para vencer la debilidad, hay que romper con ella. Y lo haces buscando estereotipos de personas, pero nos fijamos en referentes casi siempre equivocados y empezamos a asociar la sensibilidad con debilidad. Rompes con eso y te conviertes en todo lo contrario, en la mayor persona macarra del mundo”.
Mientras era macarra, dice, vendía un millón de discos y nadie le decía que estaba equivocado. “Eso me reafirmó, pero fue muy complicado salir de ahí. Hoy tiene 40 años con muchos errores acumulados, pero todos le han llevado a una lección.
“A veces creo que estigmatizamos el error y eso nos da la sensación de que no merecemos las cosas. Me he equivocado muchas veces y he aprendido muchas cosas. He tenido problemas serios con las drogas y he tenido que revisitarme en muchas ocasiones, pero he crecido”.
Melendi se encuentra en México para presentar su más reciente álbum titulado 10:20:40, el cual significa 10 discos, 20 años de trayectoria y 40 de edad. Hasta el momento se han desprendido dos sencillos: El ciego y Casi.
“El concepto general del disco es vencer la crisis de los 40. Trato de hacerle entender a la gente que no me pesan los 40, pero sí me pesan. Las canciones que hay son las que veo, soy un farsante que copia historias de las personas y las hace canciones”.
Síndrome de Estocolmo es el tema más personal de 10:20:40. Se refiere a los zancos que alguna vez montó, pero también es una carta de despedida.
“Hice un funeral ficticio hacia la parte macarra de mí que todavía seguía arrastrando”, comentó para luego referirse a los comentarios que diversas enfermeras han manifestado a través de las redes sociales con respecto a una estrofa de la letra que las tiene ofendidas.
“El vagabundo que no es capaz de imaginar que alguien le quiera; la hija de dos borrachos que sólo pudo ser enfermera; del abogado que por seguir la tradición familiar abandonó el contrabajo y ahora no abandona el bar”, escribió Melendi.
Al respecto, explicó: “Me culpan de su percepción de las cosas, pero mientras anotaba eso, en mi cabeza jamás se planteó así. Yo, que he sido alcohólico, me pregunto, ¿quién cuida a los alcohólicos en esta enfermedad?, pues los enfermeros y las enfermeras”.
“Pero cuando haces una cosa porque no te queda más remedio, ahí es donde sólo puedes ser enfermera, pero no es que diga: ‘Sólo pudo ser enfermera porque no le quedó más remedio’. Explicar esto es como insultar la inteligencia de los demás porque la gente hace su propia interpretación, les encanta discutir y tener la razón”.
Junto a Lucero y Carlos Rivera, Melendi es “coach” de la segunda temporada de La Voz Kids en México. Tras alegrarse de que Marian Lorette, una de las participantes, está fuera de peligro luego de sufrir un accidente, resaltó que a los niños se les debe escuchar todo aquello que tengan que decir.
“Buscamos imponerles lo que nosotros queremos y no todos somos iguales. Yo tengo cuatro hijos y los cuatro se han criado en el mismo ambiente y con el mismo cariño, pero son personas totalmente diferentes porque no puedes tratar de meterlos en un embudo y convertirlos en algo que no son porque de ahí nace la frustración”, concluyó.