Para Arturo Ortiz, fundador y percusionista de La Única Internacional Sonora Santanera, el Día de Muertos se ha convertido en un momento para reflexionar, pero también para recordar a quienes se han adelantado, como excompañeros, fans y su hijo Jorge.
Por lo que en estos días, basados en la tradicional celebración, cuando las almas bajan a la tierra para reunirse con sus seres queridos, el músico junto con sus compañeros montan un altar en el lugar donde ensayan, aprovechando que hay una capilla.
Ahí colocan flores de cempasúchil, veladoras, comida y bebida de la que les agradaba en vida a sus compañeros, amigos y a su hijo Jorge, quien el pasado 17 de octubre cumplió 11 años de muerto. “Sé que está descansando, pero uno se queda sufriendo la ausencia de un ser querido.
“Según las creencias, ellos regresarán y ya no nos separemos, podremos volver a estrechar sus manos” –dijo visiblemente consternado Arturo, quien afirmó que nadie está preparado para perder a un ser querido.
Sin embargo, comentó que la fe es la que le da un poco de consuelo, así como “este tipo de tradiciones que son hermosas no solo por el colorido que manejan, sino por su significado y que permiten tener a los muertos más cerca“.
Reconoció que tanto él como los demás miembros de la agrupación son partidarios de promover las tradiciones y más este de Día de Muertos, porque “La Catrina” también les ha regalado varias anécdotas con su público, que parecen difíciles de creer, pero están ahí en el registro de La Única Internacional Sonora Santanera.
Una de ellas pocas veces la platican, por el respeto y la tristeza que les causa saber que una de sus seguidoras murió tras haberlos visto en escena y haber bailado con su música.
Ortíz recordó perfectamente que fue un sábado, después de una de las presentaciones que tuvieron en la ciudad de Los Ángeles, California, en el Teatro Los Pinos, cuando una mujer se les acercó y estaba muy emocionada porque había estado en el concierto.
El boleto de entrada fue un regalo que le hicieron sus hijos, quienes le celebraron por adelantado el Día de las Madres. Pero no se esperaban que iba a ser el último momento feliz de su vida, porque la muerte la sorprendió.
“Estaba muy contenta cuando llegó a pedir el autógrafo, pero repentinamente se sintió mal y se desmayó. Yo me espanté porque su semblante cambió y cuando le revisaron sus signos vitales se fueron perdiendo, y desgraciadamente la señora falleció” –explicó.
“Fue impresionante esta situación y es cuando reflexionas que rápido se te puede ir la vida” –apuntó Arturo Ortiz, quien es de los miembros más antiguos de la agrupación.
Ese suceso fue muy lamentable y los marcó. Pero no ha sido el único, porque en su obituario también hay otras situaciones igual de tristes, aunque el tiempo les ha puesto tintes de humor, que ahora a la distancia les provoca risa.
Esta anécdota se dio en el inolvidable Teatro Blanquita, donde La Única Internacional Sonora Santanera tuvo la oportunidad de tocar infinidad de veces y llevar a su público de la mano con sus movidas canciones como La boa, Perfume de gardenias, entre otras.
“En una de estas presentaciones, donde la gente estaba muy animada, los sorprendieron los gritos de una señora que pedía ayuda para su esposo, por lo que interrumpieron la función para atender al hombre que estaba sufriendo un infarto y los paramédicos lo auxiliaron” –recordó.
La función continuó y para quitar la tensión, de una manera espontánea su compañero le dijo al público: “Ya ven que no cualquier persona aguanta la impresión de oír a la Sonora Santanera”.
Este comentario hizo que el público de inmediato se riera, y ahora a la distancia lo guardan como una de tantas anécdotas que les ha regalado “La Catrina” a lo largo de su extensa trayectoria.