El 1 de noviembre se celebra a quienes su vida por esta tierra fue corta: a los santos inocentes, a los angelitos que por diversas circunstancias no les fue posible conocer lo que la vida se ha encargo de ofrecer.
El caso de Silvia Ivette y Meyri Espinoza Arellano es tan solo un ejemplo -entre miles- de cómo la muerte de un ser querido a muy temprana hora, no lo hace distinto al que vive por muchos años… para ambas el ser humano muere cuando deja de estar presente en mente y corazón.
A tres años y medio de la partida del pequeño Osvaldo Gibrad Espinoza Arellano, quien perdió la vida al mes con dos días de nacido, su ausencia duele… hoy se le recuerda con globos y flores.