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Ovidio Guzmán El narcojunior que violó los códigos de su padre

Joaquín “El Chapo” Guzmán no amenazó con grupos armados en las calles a la sociedad civil durante ninguna de sus tres capturas, tampoco lo hizo cuando la escisión del Cártel de Sinaloa con Los Beltrán Leyva en 2008, pero su hijo Ovidio Guzmán López sí horrorizó a la población de Culiacán el jueves pasado.

Ambos, padre e hijo, son criminales, pero la amenaza a la población civil rompió el molde que “El Chapo” utilizó para evadir la justicia.

El operativo rabioso de los seguidores de Guzmán López disparando en medio de la sociedad civil para su liberación, incluso con acciones videograbadas por ellos mismos, no es comparable a la estrategia criminal que utilizó su padre durante tres distintas detenciones como capo del Cártel de Sinaloa.

Por ello, Culiacán vivió la tarde del 17 de octubre lo que nunca había ocurrido en su historia, aunque siempre ha sido una sociedad ligada al estilo de vida del narcotráfico y los grupos armados, incluso creando una apología del delito.

En Culiacán no sabían lo que significaba aventarse al pavimento junto con sus hijos, justo después de recogerlos de la escuela, o correr despavoridos dentro de comercios y restaurantes.

La amenaza en las calles de la ciudad con disparos, incluso con armas de grueso calibre como 50 mm, proyectil capaz de perforar varios vehículos y matar inocentes a decenas de metros de un blanco, es una característica que hasta ahora había sido utilizada con frecuencia en otras ciudades como en Nuevo Laredo y Reynosa, Tamaulipas, por el Cártel del Golfo y Los Zetas, que hasta han llegado a utilizar bazucas en las calles a luz del día.

O en Monterrey, Nuevo León, por Los Zetas -ahora Cártel del Noreste-, que mataron por “balas perdidas” a una madre y su hija en la caseta de peaje de la autopista al municipio de Cadereyta.

El bloqueo de calles con camiones incendiados para impedir el paso de las autoridades, las balaceras abiertas con todo tipo de armas de fuego, hechos que pueden matar civiles en las calles, no era una estrategia del Cártel de Sinaloa, hasta ahora.

El perfil de los seguidores de ambos criminales, padre e hijo, también es distinto.

Es común que Los Zetas -ahora Cártel del Noreste- utilice jóvenes armados y arriba de camionetas blindadas para crear el caos y el miedo masivo cuando las autoridades van por uno de sus líderes. Son en ocasiones adolescentes quienes ejecutan esas acciones con burlas.

Ese es el mismo perfil de este “neo-cártel” de Sinaloa, que subió a las redes sociales algunos videos grabados el 17 de octubre en las calles de Culiacán, en los cuales dan instrucciones entre sí, muestran su despliegue armado, o ríen y gritan de emoción en medio de la amenaza a la población civil.

Este grupo de pistoleros y sicarios de Ovidio Guzmán, un perfil de “narcojuniors” que amenazaron a la sociedad civil de Culiacán, es un nuevo tipo de pistolero dentro del Cártel de Sinaloa.

La importancia de Ovidio Guzmán

Durante las audiencias del juicio contra “El Chapo”, en Brooklyn, Estados Unidos, Ovidio Guzmán fue mencionado como uno de los estrategas del plan para preparar la fuga de su padre del penal de El Altiplano, Estado de México, ocurrida en julio de 2015.

Según pruebas presentadas en la Corte durante el proceso conocido como “El Juicio del Siglo”, el escape de “El Chapo” por un túnel se realizó con la participación de sus hijos Ovidio y Joaquín Guzmán López.

Por ello se mencionó en la Corte que el gobierno federal de Estados Unidos actuaría judicialmente en contra de los hijos del capo.

Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, los otros hijos de “El Chapo”, habían figurado más en los expedientes del Cártel de Sinaloa, mientras Ovidio se mantenía en un bajo perfil.

Junto a su hermano Joaquín Guzmán López, Ovidio fue acusado en Estados Unidos por cargos de asociación delictuosa relacionados con drogas ilegales, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Los fiscales alegaron que los hermanos se asociaron para distribuir cocaína, metanfetaminas y marihuana en Estados Unidos, provenientes de México y de otras partes del mundo, desde 2008 hasta el 2018.

Ovidio es hermano de Édgar Guzmán, quien fue abatido por miembros del Cártel de los Beltrán Leyva el 10 de mayo de 2008, en un estacionamiento de un centro comercial de la avenida Universitarios, en Culiacán.

Como apología del delito de narcotráfico, hoy puede verse en el lugar donde asesinaron a Édgar Guzmán, una cruz iluminada y siempre atendida por los “culichis”.

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