La capital de México es una de las ciudades sísmicas más activas del mundo y en ella sus habitantes están bajo riesgo permanente, lo anterior es el motivo central utilizado por el escritor Iván Salcido, quien a través de su trilogía acerca de los terremotos de 1957, 1985 y 2017, lucha contra la desinformación y la ignorancia sobre este tema.
“Hice una primera edición publicada en 2010, empecé de inmediato a trabajar e investigar; el evento telúrico de 1985 es un tema muy grande y llegó la reedición en 2015, se intitula El Terremoto de 1985. Treinta años en nuestra memoria; luego, tras el 19 de septiembre me puse a trabajar y un año después publiqué El terremoto de 2017. Diecinueve de septiembre negro”, relató en entrevista con Notimex.
Su nuevo ejemplar, El terremoto de 1957. El día en que el Ángel voló —el cual mañana miércoles 18 de septiembre presentará a las 18:30 horas en el Museo de Arte Popular (MAP)—, es parte de los anteriores títulos, los cuales siguen la tónica de una crónica acerca de los sucesos posteriores a los sismos considerados como aquellos de mayor intensidad en la Ciudad de México.
Salcido confiesa que el primer libro fue por un ensayo de diseño, el cual comenzó a crecer —pues desde hace un cuarto de siglo se dedica a las artes gráficas—, y por iniciativa propia investigó durante cuatro años para una primera edición, continuando su labor durante un lustro más para una segunda, por lo que lleva casi una década de esfuerzo; en cambio, el nuevo ejemplar lo escribió durante un año porque ya tenía material al respecto.
“Para hacer este libro tuve que meterme a la hemeroteca, investigar y sacar un poquito de aquí y de allá para ir formando toda la información. El libro tiene una importancia histórica y sísmica muy relevante, porque en esa época no se pensaba que la capital mexicana estuviera en riesgo, al contrario, se creía segura por su tipo de subsuelo”, expuso.
Consideró que las lecciones tras el sismo de 1957 —generado en Acapulco y el cual ocasionó tanto daño en la capital incluso más que en ciudades cercanas al epicentro— no permearon porque se careció de una investigación a fondo y el Sismológico Nacional cuenta con poca información del sismo. Se creyó, dijo, que este terremoto había sido único hasta 1979, cuando otro temblor tiró la Ibero, pero el importante fue el de 1985, el cual su generación contemplaba como irrepetible.
“Luego, las generaciones posteriores pensaron que el del 85 había sido algo único y no volvería a pasar, pero llegó el de 2017; se vuelve esto como cíclico, y se vive un momento muy interesante porque a toda la población de la ciudad, de todas las edades, ya le tocó experimentar un sismo destructivo”, destacó.
Símbolos derrumbados
Salcido compartió que los tres libros siguen una misma estructura: la parte inicial habla de las cuestiones sísmicas, de porqué ese movimiento telúrico afectó a algunos edificios, las listas de fallecidos (menos el del 85 por la gran cantidad de muertos tras el terremoto), los edificios afectados y el costo de la tragedia en vidas humanas y materiales.
Las segundas partes abordan las referencias legendarias y los edificios más recordados de cada desastre; los capítulos exponenen análisis de un edificio en particular (quién lo construyó, dónde estaba, qué sucedió con él) y al final están los testimonios; habla de los rescates, la reacción de la sociedad, los apoyos extranjeros, qué instituciones atendieron la emergencia”, informó.
Detalló que siempre hay edificios simbólicos destruidos por los sismos. Por ejemplo: en el 85 fue el Hotel Regis, en 2017 el edificio de Álvaro Obregón —por la cantidad de víctimas— o la escuela Enrique Rébsamen; y en el 57 el Ángel de la Independencia, además del Edificio de Rioma que pertenecía a “Cantinflas” —y es justo el que ilustra la portada de su libro, el cual incluye un prólogo del ingeniero Francisco García Jarque—.
Iván Salcido advierte sobre el peligro de un cuarto sismo proveniente de la Brecha de Guerrero (de Acapulco hasta Papanoa), en donde se está acumulando energía porque no se han registrado sismos superiores a los seis grados desde 1911 y el epicentro estaría más cerca que el de 1985, siendo los edificios de mayor riesgo aquellos construidos antes de dicho año.
“Uno como ciudadano tiene que conocer el riesgo, hay un macrosimulacro del cual hay que ser parte y saber cómo reaccionar, ya sea que estemos en casa, el trabajo o escuela; necesitamos evaluar riesgos y aprender a identificar un edificio que es peligroso. La gran ventaja nuestra es la alerta sísmica, por ello es importante aprovechar ese minuto que se tiene para actuar”, concluyó.