El diputado Ignacio Alonso Langarica Avalos presenta iniciativa con proyecto de decreto para inscribir con letras de oro en el muro de honor de la sala de sesiones Lic. Benito Juárez.
Ignacio Alonso Langarica Ávalos, diputado de la XXXII legislatura, vicepresidente de la comisión de ciencia y tecnología, con las facultades que me confiere el artículo 49 fracción I de la constitución política del estado de Nayarit, así como los arábigos 21 fracción II, 86y 94 fracción I de la ley orgánica del poder legislativo del estado de Nayarit, y de conformidad con lo establecido en el numeral 55 fracción VI inciso I), 95 del reglamento para el gobierno interior del congreso, me permito someter a consideración de ésta honorable asamblea legislativa la iniciativa con proyecto de decreto para inscribir con letras de oro en el muro de honor de la sala de sesiones Lic. Benito Juárez García del recinto legislativo, el nombre de: Severiano Ocegueda Peña.
Al tenor de la siguiente: exposición de motivos
La inscripción del nombre de una persona con letras de oro en el muro de honor de la sala de sesiones de este honorable congreso, es el máximo reconocimiento que el poder legislativo puede otorgar a su legado y su trayectoria; y que mejor representante educador y luchador social comprometido con las causas de la educación y de su pueblo, que Severiano Ocegueda Peña, “un manojo de técnicas es vano, si se aplica donde no hay calor humano.
“Maestros: mucha ciencia sin cariño, de poco sirve para guiar a un niño”.
El maestro Severiano Ocegueda Peña nació un 11 de agosto de 1913, en la comunidad de Mazatlán Mpio. De Compostela, casado con la maestra tecualense Genoveva Hernández partida y padre de 7 hijos, y murió el 14 de agosto de 1990 en la ciudad de Tepic, maestro de profesión y creador de la obra pedagógica “caminito de letras” un método para la enseñanza de la lectura y escritura denominado global fonético que él personalmente aplicó durante muchos años y que se convirtió al paso del tiempo, en una metodología conocida, divulgada y aplicada por el magisterio nayarita y de muchos rincones de la patria, con el que aprendieron a leer miles de niñas y niños.
Si algún título merece Severiano Ocegueda Peña es el de maestro en toda la extensión de la palabra, por su obra y su ejemplo incansable, combatió, al irreconciliable enemigo de la incultura, la ignorancia y las bajas pasiones. La vocación por la enseñanza que lo acompañó hasta su muerte se la contagió la directora de la escuela de su pueblo, concepción González Burke. En 1930 tuvo el placer de estrenar las aulas de la escuela normal rural de Xalisco, inaugurada ese mismo año por el gobernador Luis Castillo Ledón. Tres años después, inicia su larga trayectoria como maestro, en Santiago de Pochotitan, calera de cofrados, san pedro lagunillas, Tuxpan y Tepic.
En 1948 se pone a escribir dos libros que le valieron reconocimiento estatal, nacional y latinoamericano por su indiscutible valor pedagógico: el de la lectura y la escritura.
De 1956 a 1960 dirige un ensayo piloto de educación básica auspiciada por la organización de las naciones unidas para la educación la ciencia y la cultura (UNESCO) en Santiago Ixcuintla.
El intervalo de 1958 a 1959 es probablemente el más desagradable de su vida, pues lo encarcelan por compartir el ideario del movimiento ferrocarrilero nacional. Tiempo después, es regidor del xxvi ayuntamiento de Tepic, de Alejandro Gascón Mercado de 1972 a 1975.
Fue un hombre polifacético que también incursiona en la literatura como autor de los libros surco I, II y III, consejos a mi hijo, lecturas para chicos y grandes, toponimias aztecas, estampas de Nayarit y de México. Por si fuera poco, consigue una verdadera hazaña literaria cuando escribe geografía de Nayarit y la enseñanza de la ortografía, totalmente en verso.
Su labor poética le hizo ganar varios premios en San Blas, Santiago Escuintla y Tepic, aparte de colaborar en periódicos como el demócrata, diario del pacífico y vida nueva.
Su creativa imaginación, su identificación con los marginados y su incipiente ideología política de avanzada, lo llevó a convertirse en poco tiempo en el líder de Pochotitan, su primer lugar de trabajo.
En esa época de los años treinta, el sistema educativo en Nayarit y en todo el país, atravesaba, tal vez, el momento más difícil para el magisterio debido a la reforma practicada al artículo 3° constitucional, dándole a la educación una orientación socialista.
De Pochotitán pasó a la región de san pedro lagunillas. Cuando labora en san pedro la educación socialista estaba viviendo los momentos más difíciles; los anti socialistas atacaban con todos sus recursos al magisterio y en especial a los de ideología socialista. El maestro era de los más convenidos de las bondades del sistema comunista.
En san pedro lagunillas vive los momentos más álgidos de su incipiente carrera magisterial. De ese lugar tuvo que irse a Compostela con todo el personal de la escuela que dirigía debido a las presiones que fueron objeto.
Allí en san pedro el maestro continuó sus aficiones literarias, creaba poemas y obras teatrales para presentarlas con sus alumnos para el pueblo. Esta actitud le salvo en una ocasión que cayó en manos de anti socialistas: uno de los rebeldes, al reconocerlo, dijo a sus compañeros, “déjenlo ir, es el maestro que nos hace fiestas y nos hace reír”. Y lo dejaron ir.
De San Pedro Lagunillas lo cambian a Tuxpan, era en los años treinta cuna de luchadores sociales que no se arredraban ante las reacciones retardatarias. Allí se fogueó dentro de un liberalismo abierto, y ahí conoció a hombres de la talla del Prieto Crispín, de quien fue amigo.
De Tuxpan, el maestro fue enviado como director a la escuela Benito Juárez, en Hermosillo, Sonora. En donde estuvo un año de, 1946 a 1947. De allá regresó con su nombramiento de inspector escolar con destino a la zona norte abarcando los municipios de Tecuala, Huajicori y Acaponeta.