La violencia de género ha propiciado que cada vez más, las mujeres tengan que manifestar su inconformidad, no es para menos, ya que las cifras de denuncia por violencia de género se han incrementado bastante, 66.1% de las mujeres en México denuncia, el 56% del territorio está en alerta de género y existen miles de casos sin resolver.
La inconformidad de la sociedad incrementa de manera desmedida, pues el primer cuatrimestre de 2019, se convirtió en el más “sangriento” para niñas y adolescentes, ya que se reportó que de enero a abril 114 menores de cero a 17 años, fueron asesinadas, solamente de reportes “oficiales”.
Las cifras que registra el Secretariado Ejecutivo advierten que en el primer cuatrimestre del 2019, murieron 1,199 víctimas de la violencia machista. Es decir, cada dos horas y media en promedio, una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer, una estadística que no disminuye a pesar de la gran movilización social.
Esto sin contar el contexto mundial, es alarmante, es triste y el hartazgo por la impunidad de los crímenes es aún mayor, lo que nos ha llevado que comience un desmedido odio hacia el género masculino, ¿Por qué odiarnos entre humanos?
Tras continuos casos de violencia hacia las mujeres en México, el 15 de agosto se derramó el vaso, las manifestaciones comenzaron, fue tanta la efusividad de este acontecimiento que hubo destrozos, daños a propiedades y vandalismo en muchas áreas de la ciudad, ¿acaso eso no sucede en todas las manifestaciones?, es normal que sucedan este tipo de cosas, lo que no es normal es que se genere un repudio hacia otro sector de la población, que solo porque eres del género opuesto a quienes iniciaron la manifestación te hagan menos, te agredan, te excluyan; esto más allá de una lucha de género es un llamado a la justicia, al orden, a la equidad, porque por obvias razones jamás seremos iguales, pero puede ser todo equitativo, la justicia, los derechos y obligaciones.
Está mal que la mayoría de los crímenes sean contra mujeres, está mal que la justicia muchas veces se quede de brazos cruzados, está mal que entre humanos nos agredamos solo por ser de ideologías, religión, sexo, género diferentes; está mal dividirnos socialmente “porque esto no me afecta”, está mal que no haya tratos igualitarios, hay que empatizar en la lucha, porque si una mujer cae, o un hombre cae, nos perjudica a todos como sociedad, nos hace ver que algo está mal, porque tanto hombres como mujeres somos pilares importantes de la sociedad, si para mantener estos pilares es necesario derribar monumentos, pues que caigan y de esos escombros construyamos nuevos, celebrando que hemos hecho a un lado nuestras diferencias, que ahora ya no hay ni hombres ni mujeres, que hay humanos preocupados por su sociedad, preocupados por las generaciones venideras, que heredarán todo este desastre si no cambiamos hoy.
Que si bien la manera en que se llevó la manifestación de ese día para muchos no fue adecuada, quizá no lo fue, pero recordemos cuántas otras manifestaciones por causas sociales no se han dado por el hartazgo de la gente, cuantas no terminaron igual o peor, a mi parecer, en verdad lo único reprobable es la exclusión, el rechazo, el agredir a quienes son del sexo opuesto que de igual manera se manifestaban para que esto parase, porque cuántas hijas, madres, hermanas, novias, compañeras de hombres no han desaparecido, estos crímenes en verdad no solo afectan a las mujeres, ni tampoco solo a los hombres, en verdad esta situación afecta a la sociedad como tal.
Mientras no seamos empáticos y razonemos cómo todo esto afecta, las “luchas de género” seguirán; la naturaleza nos hizo diferentes, pero vivimos en el mismo planeta, las responsabilidades y obligaciones como seres humanos son las mismas, debemos lograr la equidad entre humanos, no entre géneros; es por eso que llamo a tener menos odio y más empatía.