Los acontecimientos que ocurren a nivel mundial obligan a que las series de televisión y en “streaming” rebasen la realidad a través de sus historias, opinó Arturo Aguilar, analista de medios y consultor en contenidos.
“Vivimos tiempos en los que se suman importantes fenómenos interconectados como las ‘fake news’ (noticias falsas), el declive de cierto tipo de periodismo, los nuevos hábitos de consumo, los diversos productos de entretenimiento o el maratón de episodios en un fin de semana”, explicó a Notimex.
En el cine, dijo en entrevista, existen películas comercialmente redituables y otras que no lo son. De esto último se aprovecha la industria del entretenimiento visual para presentar ficciones y documentales que se pueden atrever a contar algo más que una simple realidad.
Los escritores se permiten imaginar escenarios más allá de lo cierto y les gusta provocar. De eso trata la buena televisión y el buen cine, pues se deben proponer conversaciones o temas que pueden ser polémicos y causar controversia, como es el caso de la serie Years and years (Años y años) de HBO.
En su historia, expuso el periodista y crítico de cine Arturo Aguilar, se hace un retrato muy cercano de escenarios políticos, económicos y sociales que se viven en la actualidad con el Brexit, en Gran Bretaña; la reelección del presidente Donald Trump, en Estados Unidos, o con Jair Bolsonaro, en Brasil.
“Years and years reflexiona acerca de lo que pasaría en un futuro cercano si la tecnología termina de incrustarse en nuestras vidas de una manera todavía más rara con la inteligencia artificial.
El contenido de las series, sostuvo, también se aprovecha de los momentos en la cultura pop, la que se consume masivamente y que, de cierta manera, todos compartimos, pues tiene gran influencia en los productos de superhéroes, franquicias y sagas.
“Ya es natural que nos acostumbremos a ver historias fuera de la realidad, porque han sucedido desde los últimos 15 o 20 años mediante la saga de películas como Harry Potter, El señor de los anillos o Avengers. Quizá decimos que ciertos aspectos que presentan son algo fumados, pero lo cierto es que conectan con la audiencia”.
Arturo Aguilar, quien colabora en W Radio y las revistas Empire y Nexos, también se refirió a la serie 13 reasons why” (Por trece razones) que se estrenará el 23 de agosto por la plataforma Netflix y cuya temática, que tiene que ver con el suicidio de una adolescente, responde a un fenómeno global.
“La historia generó mucha conversación. En su momento, fue uno de los estrenos que más se comentó en varios países de manera simultánea. Sobre todo, porque tiene que ver con la depresión y la salud mental, problemas que afectan en demasía a los jóvenes de hoy”.
“13 reasons why“, apuntó el analista, es un ejemplo de lo directas y crudas que suelen ser las series de la última década, es el retrato mismo del suicidio.
“Responde a que hay audiencias un poco más sofisticadas que exigen otra forma de contar las historias y en la carrera por llamar la atención, las productoras y los estudios tratan de hacer algo distinto”.
De ahí que, dijo, los escritores hayan optado por añadir en 2017 la escena de suicidio de la protagonista “Hannah Baker”, interpretada por la australiana Katherine Langford y que dos años después, la plataforma de “streaming” la esté eliminando de la primera temporada a sugerencia de diversos médicos especialistas en trastornos mentales.
“Lo que hace la plataforma es responder adecuadamente al tamaño de conversación en la que se convierte la serie cuando deja de ser una oferta de televisión y se convierte en una conversación social colectiva sobre salud mental”.
Si bien el director y productor deciden cómo contarán su historia y qué escenas colocan o no, una vez que ésta afecta tanto a los adolescentes de todo el mundo como a los padres de familia, el panorama cambia porque la serie se convierte en otro tipo de herramienta educativa y de reflexión social que puede tener otros usos y alcances.
“Se involucró a las instancias adecuadas como profesionales médicos que dijeron: ‘Entiendo que quieras hacer esto, pero también corres el riesgo de que, a los propios adolescentes, que están pasando por etapas difíciles o momentos de depresión, les sugieras ciertos escenarios o momentos de suicidio que se pueden evitar y que no son del todo necesarios para contar la historia’”.
“Me parece interesante que hayan respondido al tamaño de conversación que se creó y decidieran modificar algo, atendiendo una cuestión de salud mental. Finalmente, hay un riesgo inherente del que se debe hacer responsable cuando se alcanza tanta popularidad”, concluyó.