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Mamás, pilares de las cooperativas de ahorro

Caja Popular Mexicana dio a conocer que cuenta con un millón 413 mil 370 socias, de las cuales 35 por ciento son mamás que inculcan con su ejemplo una cultura sana del ahorro a sus hijos.

Por ejemplo, Felícitas Gutiérrez se convirtió en socia desde su niñez, ya que su madre preocupada por crear en ella el hábito del ahorro la convirtió en socia, por eso cuando tuvo a su hijo, hizo lo mismo para heredarle una sana cultura financiera.

La docente llevó a los dos años a Alex, para inscribirlo como ahorrador menor; a sus 11 años, es un asiduo visitante a las sucursales de la cooperativa, donde deposita parte de su “ingreso semanal”, en la tienda de abarrotes de la familia.

“Yo como socia desde niña me di cuenta la importancia de siempre ahorrar, por eso con mi hijo hice lo mismo, y Alex ahora que creció se ha dado cuenta de cómo lo beneficia ser constante en su ahorro”, comentó Felícitas.

Caja Popular Mexicana atiende a un millón 413 mil 370 socias que han incluido a 349 mil 105 ahorradores menores de edad, quienes reciben formación financiera, de acuerdo con un comunicado.

En Villa de Etla, Oaxaca, la economía sustentada en la producción del frijol es una tradición, pero las necesidades han cambiado y de la mano de las madres de familia se han encontrado las soluciones para atender a nuevos sectores de la población y activar otros ramos económicos.

Mariano Carlos Díaz, por ejemplo, es ejecutivo financiero rural de Caja Popular Mexicana, personal que se desplaza a las comunidades, agobiadas por la migración y las pocas oportunidades de empleo.

Las socias de Caja Popular Mexicana, orientadas por su educador cooperativo, Soledad Santiago y el propio ejecutivo financiero, encontraron en los talleres productivos la forma de activar su economía.

“Trabajamos varios talleres, el primero que fue fundamental y que les ayudó comprender que el progreso estaba en la unión de sus esfuerzos, fue el de hornos ecológicos; con ello se desplegó panadería, repostería y cocina”, comentó Mariano Carlos.

Entre septiembre del 2018 y marzo de 2019, la dinámica fue en aumento y llegaron a 200 sesiones, entre las cuales se sumaron además corte de pelo, corte y confección, así como elaboración de huaraches.

“Es muy placentero ver la evolución de la comunidad. Etla es una zona que busca crecer, donde el trabajo de las madres de familia es muy importante; ahora hay quien hace repostería, panadería, cortan el cabello, hacen huaraches entre otras cosas, de estas mamás, depende ahora el crecimiento económico de sus familias”.

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