A punto de cumplir su primer mes como presidente de Brasil, Jair Bolsonaro regresa a quirófano para someterse a la tercera intervención quirúrgica desde que en plena campaña electoral sufrió un atentado. El capitán retirado ha ingresado este domingo por la mañana en el hospital Israelita Albert Einstein, un centro privado de São Paulo, donde este lunes le reconstruirán el tránsito intestinal para, como él mismo ha explicado en un vídeo, quitarle la bolsa de colostomía. El dispositivo le fue colocado, como solución temporal, tras ser apuñalado durante un mitin en septiembre. Desde que comience la intervención quirúrgica y durante dos días, el vicepresidente, el general retirado Hamilton Mourão, asumirá la presidencia de la primera potencia latinoamericana.
Bolsonaro deberá estar en “estricto reposo” durante 48 horas una vez concluida la operación, prevista para la mañana. El presidente podrá recibir a sus ministros en el hospital a partir del tercer día porque “toda su estructura ha sido trasladada a São Paulo (desde Brasilia) para que puedan establecer un Gobierno eficaz”, según su portavoz, el general Otavio Santana do Rego. El presidente será anestesiado para la operación, quedurará unas tres horas, y luego le tendrá hospitalizado, según los médicos, unos diez días.
Um forte abraço a todos e até breve! Deus no comando! 🇧🇷👍 pic.twitter.com/SegyTyNrol
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) January 27, 2019
El mandatario, que este sábado sobrevoló en un helicóptero militar la zona afectada por la catástrofe de la mina de Brumadinho, ha entrado en el hospital sin hacer declaraciones. Pero por la tarde ha recurrido a su método preferido para dirigirse a sus seguidores y a los periodistas que cubren sus actividades. Otros mandatarios lo hacen, pero en Bolsonaro llama la atención que, desde el atentado, difunde asuntos íntimos relacionados con su salud. En un vídeo publicado en Twitter ha repasado, vestido con camisón hospitalario, su intensa actividad desde que hace una semana viajó a Davos a anunciar al mundo que el Brasil que dirige desde 1 de enero quiere hacer negocios. Bolsonaro, como hace a menudo, arranca dando gracias a dios por estar vivo.
El ultraderechista resultó gravemente herido, con perforación de los intestinos grueso y delgado, el 6 de septiembre al ser apuñalado durante un acto electoral en Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais, el mismo donde el viernes ocurrió el desastre de la mina. El agresor, Adelio Bispo de Oliveira, está encarcelado desde el momento del atentado. La investigación policial sostiene que actuó en solitario por “inconformismo político”. De Oliveira milito en el izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL) hasta hace unos años, un hecho que Bolsonaro recordó hace unos días. La Fiscalía sigue investigando quién pagó su abogado defensor.
La intervención ha sido aplazada en dos ocasiones por la apretadísima agenda de Bolsonaro. La última para que pudiera asistir al foro de Davos. El capitán retirado ganó con holgura las elecciones después de que la descalificación del expresidente Lula da Silva, encarcelado por corrupción, le convirtiera en el favorito. El apuñalamiento sacudió la campaña, le impulsó en unas encuestas que ya lideraba y le confinó en su casa de Río de Janeiro para el resto de la campaña electoral, lo que le permitió también eludir los debates con sus adversarios.
El fantasma de la muerte de Tancredo Neves, nombrado el primer presidente tras la dictadura, que murió en 1985 antes de tomar posesión, ronda en las redes sociales con motivo de la intervención al mandatario actual. Neves, de 75 años, fue ingresado confuertes dolores abdominales la víspera de su toma de posesión y acabo muriendo, tras varias operaciones, de una infección generalizada.