La pequeña comunidad indígena guatemalteca de San Antonio Secortez despidió a la niña Jakelin Caal, de siete años, muerta por causas no reveladas en un hospital de Estados Unidos tras ingresar clandestinamente al país junto a su padre y ser detenidos por la patrulla fronteriza.
Nery Caal cruzó ilegalmente la frontera estadunidense junto con su hija a través del árido desierto, siendo detenidos el 6 de diciembre en Nuevo México en un grupo de 163 migrantes
Luego de la detención, la menor presentó fiebre, vómitos y convulsiones, y fue atendida inicialmente por socorristas de la patrulla fronteriza para luego ser llevada vía área a un hospital en la ciudad de El Paso, Texas, donde murió el 8 de diciembre.
Aunque no se ha revelado la causa oficial de la muerte debido a que el caso sigue en investigación, Jakelin habría fallecido por “deshidratación y shock“, según el diario The Washington Post, que citó al servicio de vigilancia de fronteras de Estados Unidos (CBP).
El cuerpo de Jakelin fue repatriado el domingo a Ciudad de Guatemala y, después de un largo trayecto, llegó en la madrugada de este lunes a la aldea donde recibe unas modestas honras fúnebres.
“Nunca pensamos que íbamos a pasar una Navidad triste”, dijo Carlos Caal, tío de la menor, durante el velatorio en esta remota comunidad del municipio maya-q’eqchi’ de Raxruhá, unos 145 km al norte de la capital.
Su hermano Nery se quedó en Estados Unidos con un permiso otorgado por las autoridades migratorias.
Al tiempo que se realiza la velación, el relator especial de la ONU para los derechos humanos de los migrantes, Felipe González Morales, pidió desde Ginebra “una investigación exhaustiva e independiente” de la muerte de Jakelin.
Una delegación de congresistas estadunidenses que visitó recientemente el centro gestionado por la patrulla fronteriza en Lordsburg, Nuevo México, donde estuvo detenida Jakelin, denunció “fallos sistémicos” y condiciones de higiene deplorables.
Por una vida mejor
Con mensajes de “te amamos” y “te extrañamos” escritos en globos y carteles, familiares, amigos y vecinos dan el último adiós a Jakelin en la vivienda de sus abuelos, que funciona como una capilla improvisada. La menor será sepultada en el cementerio de Raxruhá el día de Navidad.
Carlos comentó que han recibido la solidaridad de los pobladores de la región que salieron al paso de la carroza fúnebre que llevó el ataúd. Algunos entregaron alimentos a la familia.
“Casi todo el mundo siente el dolor que sentimos nosotros”, agregó Carlos Caal en la casa, que al igual que la mayoría de las viviendas del lugar, está construida con paredes de madera y techo de hojas de palma.
El pasado 30 de noviembre Nery Caal (29) salió junto con su hija Jakelin rumbo a Estados Unidos en busca de trabajo, según relató en idioma q’eqchi’ su esposa y madre de la niña, Claudia Maquín.
Muchos de los pobladores del lugar apenas subsisten con seis dólares diarios como agricultores, sobre todo durante la cosecha de maíz.
“Ellos (Nery y Jakelin) se fueron porque aquí no alcanza el dinero, se fueron a buscar trabajo, lástima que la niña se murió”, agregó Fernando Cas, poblador de la aldea vecina de San Isidro durante el funeral de la menor.
De acuerdo con una encuesta oficial, publicada en 2015, el 59.3 por ciento de los 16.1 millones de guatemaltecos vive en condiciones de pobreza, que alcanza a casi 80 por ciento de las comunidades indígenas.
Nery Caal y su hija no formaban parte de la caravana de miles de migrantes centroamericanos que llegaron a la frontera de México con Estados Unidos, éxodo que llevó al presidente Donald Trump a militarizar la zona.
Los miles de centroamericanos, principalmente de Guatemala, Honduras y El Salvador, que se lanzaron al azaroso periplo huyendo de la violencia y la pobreza que golpea a buena parte de la población del llamado Triángulo Norte Centroamericano.
Para atacar las causas de la migración, los gobiernos de Estados Unidos y México anunciaron la creación de un plan de desarrollo para Centroamérica.
La región también ha atravesado otras crisis migratorias como el drama de la detención de niños que migran solos, y la reciente separación de familias bajo la ya derogada política de tolerancia cero.